P uede que al primer ministro griego, Tsipras, le temblasen las piernas ante el panorama político y económico que se le presenta a su país tras el tercer rescate europeo, como aseguraba Teresa Rodríguez, la líder de Podemos en Andalucía, pero esa no sería la única flojera detectable hoy día, con todo lo que ocurre en el mundo, desde el terrorismo yihadista a la crisis china que ha hecho caer las bolsas. Aquí mismo, en España, y aunque las encuestas le den como el partido más votado en las elecciones generales de otoño, el PP vive en el miedo agudo y constante, sin poder olvidar el desastre ocurrido en mayo, y no hay día en que alguien del Gobierno no cante loas y alabanzas a Rajoy mientras anuncia algo más que pueda ayudar a reconquistar los votos perdidos, asustados y con tembleque ante la posibilidad de una nueva derrota que les deje en la calle para dar paso a PSOE-Podemos, la opción preferida según las encuestas.

Así, parece que casi a la desesperada, el ministro de Hacienda anuncia que próximamente se aprobará la devolución de otro 25 por ciento de la paga extraordinaria retenida a los empleados públicos, a ver si se animan a votar a un Rajoy a quien Montoro ve como el salvador de España al evitar el rescate europeo, que, por cierto, con la sabida excepción de Grecia, no ha causado mayores estragos a los otros países intervenidos, caso de Irlanda y Portugal, que están al tanto de los créditos. Pero naturalmente el ministro no recuerda para nada el rescate a la banca, un rescate a los ricos que pagan los pobres. Eso por un lado y por el otro el peripatético acoso del PP, manejando los hilos del poder concreto y del poder difuso, a quienes son sus adversarios políticos, bien sean de su cuerda, como en el caso de Vox que sufre el más injusto silencio y ninguneo orquestado, o de la cuerda contraria y extrema, o sea PSOE y Podemos, su gran amenaza, a quien ahora tratan, con malas artes, de echar de las alcaldías conquistadas a base de pactos, lo mismo que el partido del Gobierno ha retenido otras gracias a los acuerdos con Ciudadanos.

Lo último y más vergonzoso es lo de Madrid, que solo ha servido para hacer quedar una vez más en clamoroso ridículo a la condesa Aguirre, que se quedó con las ganas de ser alcaldesa de la capital de España, y que en una más de sus constantes intrigas ha tenido la desfachatez de pedir una entente con el PSOE madrileño para dar la Alcaldía a la portavoz de Ciudadanos, que, como siempre y en todos los casos, se deja querer por el PP, a ver hasta dónde puede llegar para ubicarse y tratar de fagocitar desde dentro a la decadente derecha actual, que pese al maquillaje de las jóvenes incorporaciones que sirven para dar la cara pero en realidad no pintan nada más, sigue siendo mangoneada por los Rajoy, Arenas, Pons, Aguirre y otros de la vieja guardia para los cuales la política no es un servicio sino una buena profesión.

El tiro les ha salido por la culata a los de la propuesta, porque los socialistas se han reído de Aguirre y han respondido de manera unánime y rotunda que nunca pactarán con el PP y que seguirán apoyando el gobierno municipal conjunto con la alcaldesa Carmena, de Podemos. Algo que debiera ser tenido en cuenta por si alguna idea semejante ronda a otros malos perdedores del 24-M.