P rimeras declaraciones del alcalde de Zamora, Francisco Guarido, tras poco más de dos meses en el cargo. Aunque, con anterioridad, haya tenido que salir a replicar en puntuales ocasiones a los portavoces del grupo del PP en sus disparatadas acusaciones sin pies ni cabeza, que solo sirven para demostrar que siguen sin asumir la pérdida del poder municipal, que creían suyo. La última, exigir al equipo de Gobierno del Ayuntamiento que se publique la lista con los ingresos y patrimonios de los concejales, algo que está muy bien pero que ahora reclaman deprisa y corriendo cuando ellos tuvieron antes tanto tiempo para hacerlo y no lo hicieron. Una falta de rigor y seriedad que está calando en la población.

A todo ello pasa revista Guarido, quien divide el mérito de alcanzar la Alcaldía a su larga labor en la oposición, 16 años, y a las siglas de IU, su partido. Es el único regidor municipal de la coalición de izquierdas en una capital de provincia y ello, junto al hecho de bajarse el sueldo a la mitad, le ha llevado a aparecer en los medios de difusión, siendo una figura muy valorada y no solo en Zamora. Se olvida el alcalde de que a su éxito contribuyó igualmente la nefasta campaña del PP. Lo que cuenta, en definitiva, es que se produjo el cambio necesario y que la ciudad tiene un nuevo alcalde, en el que hay concentradas muchas expectativas y esperanzas, pese a la difícil tarea que tiene por delante en todos los aspectos, con numerosas asignaturas pendientes y con muchas ataduras e incumplimientos por parte de unos antecesores que Guarido asegura que dejaron el Ayuntamiento como un erial tras 20 años de poder. Aparte de los cuatro o cinco millones de la deuda del fallido edificio municipal, que el alcalde califica como la mayor locura del PP en Zamora, la herencia recibida -que el grupo popular, ya en la oposición, enfatizó con desfachatez como excelente punto de partida- condiciona al grupo de Gobierno y no solo desde el punto de vista económico sino funcional. Muchos problemas, demasiados, que habrá de ir encarando durante su mandato, porque lo prioritario tiene que ser cumplir el programa electoral. El mes que viene se iniciará el proceso para la bajada de las tasas de basura y el impuesto del IBI, rebaja a la que ahora pretende apuntarse también el PP, los mismos que antes las subieron. Luego está lo del Centro Cívico, si lo financia la Junta de Castilla y León, como prometió Herrera en un mitin ante los suyos. Y el Parque de Bomberos, y el traslado de la Policía Municipal, y los contratos vencidos, entre otros muchos asuntos sin resolver con los que Guarido se ha encontrado. Y cuidar la ciudad, tan abandonada y deteriorada, para lo cual es imprescindible que alcalde y ediles salgan y se pateen cada día las calles. Guarido no quiere ser un alcalde para salir en las fotos sino un alcalde de verdad partiendo de ser un vecino más.

Y otra cuestión de actualidad: ni da más importancia al hecho de no presidir el acto de la Virgen de la Concha, aunque había delegado en su teniente de alcalde, ni pronunciará en la Semana Santa próxima el juramento del Silencio, aunque podrá hacerlo cualquier concejal, del partido que sea. Lo cual no es ningún escándalo, como se clama desde el PP, sino una postura personal y que hay que respetar.