Hoy se cumplirán 25 años de aquella noche de verano de 1990 en la que la historia del pequeño municipio pacense de Puerto Hurraco cambió para siempre: la muerte de nueve de sus vecinos a manos de los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo, un capítulo que un cuarto de siglo después sus habitantes quieren dar por cerrado y olvidar.

Así lo asegura, en declaraciones a Efe, Eduardo Tena, alcalde de Benquerencia de la Serena, población de apenas 400 habitantes y a la que pertenece Puerto Hurraco como pedanía -110 vecinos censados-, que desconfía, no obstante, de las intenciones de los periodistas. "Siempre decís que queréis hacer un reportaje positivo y huyendo de tópicos, pero luego publicáis lo que publicáis y el pueblo no quiere recordar, quiere olvidar", se lamenta este edil socialista. Recuerda que solo tenía 11 años cuando ocurrió la masacre y como tantos niños en verano estaba jugando en la calle cuando empezaron a llegar las malas noticias de la pedanía, que dista diez kilómetros de su casa.

Tantas son las ganas de cerrar definitivamente este trágico episodio en el pueblo que el ayuntamiento tiene abierto un expediente de declaración de ruina a la casa de la familia Izquierdo, el inmueble en el que pereció la madre de los homicidas en un incendio y que fue el detonante de la tragedia. Los hermanos Izquierdo culparon a la familia Cabanillas, a la que pertenecían la mayoría de los fallecidos, y el enfrentamiento llevó a la venganza de aquel agosto de 1990.

Otro elemento para considerar cerrado este capítulo de la historia negra española es que ninguno de sus tristes protagonistas está ya vivo, ni los autores de la masacre, Emilio y Antonio, ni sus hermanas Luciana y Angela, a las que se consideró instigadoras.

Puerto Hurraco es hoy día un municipio "normal" de Extremadura, se empeña en recalcar el alcalde, con los mismos problemas de paro que tiene la región.