Desde el pasado viernes, Toro arde en fiestas. Esta ciudad histórica hace un paréntesis todos los años en su devenir cotidiano para honrar por todo lo alto a su patrón, San Agustín. Su programa festivo está a la altura de su alcurnia y por unos días se convierte en capital de la diversión y del ocio.

En esta ciudad no hay calle, rincón o muro que no rezume historia. Durante tres siglos, en la Edad Media, fue puntal del Estado y el sitio donde tomó forma el ordenamiento jurídico que ha sido la base de nuestro sistema legislativo hasta ahora.

Es ciudad importante, pero aún lo fue más hace siglos, donde estaba en lo más alto. A finales del siglo XVI, por ejemplo, llegó a contar con ciento noventa y nueve palacios y casonas.

El programa festivo es muy completo, con actividades para todos los gustos y todas las edades. Y quien quiera ir de visita será bien recibido y podrá, además de participar en las fiestas, pasear por un entorno único. Desde el valle del Adalia hasta las innumerables bodegas, sin olvidarnos tampoco de su singular plaza de toros, única en España, sus paseos, sus rincones, un placer para el visitante.

El programa festivo no se olvida de los niños, grandes protagonistas de las celebraciones. Las fiestas de San Agustín se han convertido en una llamada para toda la provincia que tiene en rojo señaladas estas fechas en el calendario.

Toro es alma de las tierras del Duero y más en estos días donde la vida bulle por las calles más que nunca. Qué todo salga bien y que toresanos y visitantes disfruten como se merecen.