El hombre entró despacio en la cafetería. Se notaba a la legua que estaba cabreado, o mustio, o circunspecto, o todo a la vez. El camarero se puso a la defensiva y le preguntó qué iba a tomar. El cliente miró a su alrededor, comprobó que estaba solo, se armó de valor, tragó saliva y soltó atropellando las sílabas:

-Póngame usted un sector agrario.

El camarero puso cara de extrañeza, repasó de arriba abajo al individuo para intentar calibrar si era o no un jeta, un bromista o un borrachín. Cuando creyó asegurarse de que no se hallaba ante ningún representante de estas especies, repitió la pregunta. Y el hombre, serio aún pero ya hablando más despacio, insistió:

-Póngame usted un sector agrario.

-¿Está usted de coña o se quiere quedar conmigo?, ¿qué es eso de un sector agrario?

-Pues, hombre, descafeinado y sin leche.

Como seguían ambos solos en la cafetería, el hombre comenzó a explicarle al camarero sus cuitas y cómo había llegado a la conclusión de que el sector agrario era eso: descafeinado y sin leche.

Lo de la leche no necesitaba de demasiadas aclaraciones porque el camarero ya estaba enterado del fregado. Aún así, el hombre le contó que hace años se había gastado un dineral en comprar cuotas lácteas para mantener su granja vacuna. Decían Europa, el ministerio, la Junta y todo quisqui que era la única forma de asegurar la producción, de garantizar la recogida de la leche, de aumentar la rentabilidad, etc, etc. Desde el 1 de abril habían desaparecido, como por ensalmo, las susodichas cuotas. No recuperó ni un ochavo; las cuotas ya no valían ni para tacos de escopeta. Eso sí, los gerifaltes de aquí, de Madrid y de Bruselas le juraron por el dios Mercado y otras divinidades menores (especulación, dumping) que, sin cuotas, la cosa iría a mejor porque se ajustarían la oferta y la demanda, subirían los precios y las explotaciones de vacuno serían la nueva Jauja. El cuento de la lechera. Y ahora se encontraba como se encontraba. Las vacas ya no le dejaban beneficios; solo le dejaban la basura y muchos disgustos. Ni siquiera recuperaba lo que gastaba. A este paso?

A este paso, y ahí parece coincidir todo el mundo, desaparecerán la mayoría de las granjas de vacuno de leche españolas mientras las administraciones se pasan la pelota y anuncian reuniones y más reuniones y los sindicatos agrarios son incapaces de ponerse de acuerdo para una acción unitaria. Y eso que en sus nombres abundan palabras como "unión", "alianza", "asociación". Unas organizaciones iniciarán mañana una marcha a pie de protesta hasta Madrid. Otras ya empezaron el pasado viernes con concentraciones ante hipermercados de capital francés y con una campaña de boicot a productos galos. Veremos qué dan de sí, pero?.

-Oiga, ¿y lo de descafeinado?

-Por eso mismo. ¿No ve usted que el sector agrario está como desvaído, como si le hubiera dado un aire? Parece que no tiene fuelle, ni cohesión. Además, no ha sido capaz de convencer a la sociedad de que sin una agricultura fuerte, sin una ganadería potente acabaremos convertidos en colonias de otros países. Los españoles miran al campo como si fuera de tercera o cuarta división. Pasan de él, lo desprecian.

Y el hombre, claro, volvió a la leche. Y contó que cuanta menos se produzca aquí, más vendrá de fuera, sobre todo de Francia, nación a la que ya hemos comprado en Castilla y León en lo que va de año 17 millones en productos lácteos. Tiren por elevación y echen cuentas. Además, la maniobra tiene truco: le ponen a usted en un híper de capital francés leche francesa más barata que el precio de coste, lo anuncian como oferta, usted traga el anzuelo, compra esa leche, pero, ya que está allí, carga la cesta. También esa trampa se ha denunciado cientos de veces, pero no pasa nada. Y las administraciones siguen fiando la solución a las calendas griegas, o sea a nunca. Ahora dicen que el asunto se debatirá en el Consejo de Ministros de Agricultura europeos que tendrá lugar el 7 de septiembre en Bruselas.

-¿Y mientras tanto, qué hago yo con mi leche?

Esa es la pregunta de miles de ganaderos. En Castilla y León, otros 642 ya no se la hacen. Son las explotaciones que han cerrado en los últimos 17 meses. Mientras tanto, la señora ministra declara que "donde el sector está menos organizado es más vulnerable". ¡¡¡Jolines, qué hallazgo!!! Y tras este esfuerzo mental, se pidió un "sector agrario", o sea descafeinado y sin leche. Por ahora, sí le ponen azúcar.