El historial, el devenir de la vida de las personas está hecho de errores y aciertos, fracasos y éxitos. Los errores, fracasos mejor sería no pensar en ellos e intentar no volver a caer en los mismos. Los aciertos, los éxitos merecen ser recordados y disfrutar de los beneficios que nos hayan aportado.

Cuando yo debía haber estudiado, en la edad infantil y juvenil, no pude o no quise aprovechar el tiempo que era oportuno. La vocación por los estudios me llegó cuando mi carrera profesional me obligaba a adquirir conocimientos que eran imprescindibles para desempeñar el cargo con dignidad.

La oportunidad de cursar estudios universitarios la encontré en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, y cuando ya tenía 55 años me decidí a estudiar Derecho. Para empezar, tenía que hacer un curso de acceso a la Universidad para mayores de 25 años. Empeñado en mi objetivo, preparé las cinco asignaturas de acceso y me fui a examinar a Palencia.

Tuve la suerte de aprobar aquel año y también tuve la suerte de que, al año siguiente, comenzó a funcionar en Zamora el Centro Asociado de la UNED. Comencé la carrera de Derecho y luego vinieron seis de "hincar los codos", de madrugones y de exámenes que me hacían temblar, porque en la UNED no regalan los títulos, hay que ganárselos con arduos estudios.

Fui sacando asignaturas: Derecho Romano, Derecho Natural, Derecho Político, Historia del Derecho, Derecho Penal, Derecho Civil, Derecho Canónico, Economía Política, Derecho Administrativo, Derecho Internacional, Hacienda Pública, y compatibilizando los estudios con la profesión, llegué a los 62 años para hacerme diplomado en Derecho.

Lo más grato de haber cursado estudios universitarios fue haber contado con compañeros y compañeras que, con las mismas inquietudes, con edades de adultos, con hijos y demás cargas familiares, nos sacrificábamos por ser algo más en nuestras vidas. También contamos con el apoyo de los tutores que nos alentaban continuamente para que, cuando llegara el profesorado de Madrid a examinarnos pudiéramos hacerlo lo mejor posible.

Han pasado ya más de 25 años desde la época de aquellos estudios, pero nunca olvidaré a quien estuvo y está al frente del Centro Asociado de la Uned en Zamora, Juan Andrés Blanco, que siempre me apoyó y me dio ánimos para continuar a pesar de lo difícil que es agarrarse a los libros cuando ya se es sexagenario.