Gran parte de los aficionados a nuestra fiesta nacional estamos expectantes y nos preguntamos cómo va a quedar esto. Poco a poco se va reduciendo, los que pueden hacer algo por defenderla solo se ocupan de seguir llenándose los bolsillos y no les preocupa que en un futuro, más o menos lejano, la fiesta quede reducida a mínimos.

La Fiesta Nacional no desaparecerá totalmente, ya que cuando su progenitor el URUS llegó a nuestra península, esta aún no tenía nombre, por lo tanto sus raíces son más profundas.

El toro no entiende de política, el toro es un animal que crea un espectáculo, el que quiera ir a verlo que vaya, y el que no quiera que no vaya.

En democracia las prohibiciones no tienen lugar, sin embargo la Fiesta Nacional solo se prohíbe donde gobiernan los separatismos y anejos.

En España existen inscritos como matadores de toros, de novillos, rejoneadores, subalternos y picadores cerca de 7.000 profesionales, personas que de seguir así muchos de ellos no tardarán en engrosar las listas del paro.

Si a todo esto sumamos la liquidación de la riqueza ecológica que supone la superficie de todas las ganaderías de bravo existentes a pesar de lo que digan los antitaurinos y otras especies raras. Si añadimos la cantidad de puestos de trabajo que la fiesta genera, veterinarios, empleados de las ganaderías, piensos, hostelería, transportes, sastrerías, cartelerías de imprenta, ambulancias, empleados de plazas... etc, que desaparecerían con la fiesta.

¿Cómo la clase política permite que esta fiesta que sostiene miles de puestos de trabajo, se hunda? Tendrán que intervenir, pero no como hacen ahora pensando solo en los beneficios económicos que genera a través de los impuestos y del IVA (y a ellos personalmente para poder figurar en los callejones fumándose un puro, sin pagar la nada barata localidad).

Los medios televisivos debería caérseles la cara de vergüenza que ni la corrida más importante de la temporada, la de la Beneficencia, desde hace dos años que no se televisa. En fin, así están las cosas y así se las contamos, después no nos llevemos la mano a la cabeza.

Nino Rubio Granado (Tapioles )