Abajo, en la margen izquierda de nuestro padre Duero, se sitúa un moderno barrio que se llama Pinilla y que, sin duda, nació cuando se modernizó la olvidada N-630 y el ingeniero Sagasta nos puso al día con una obra propia de la época

En ese barrio, vivo y palpitante, y en medio de ese laberinto de calles, nos encontramos con el Centro Menesiano, ese noble y generoso motor que se entrega en cuerpo y alma a esa labor silenciosa, callada y generosa donde las haya, de preparar a esos jóvenes desorientados, a los que forman y corrigen, buscando siempre esos valores de la personalidad humana cargados de valores positivos y humanos.

La labor que desarrolla este centro constituye una obra de primerísima categoría que está marcando un ejemplo en esa dura y nada fácil labor normativa, cuando en ella hay que tocar y corregir campos y sectores deteriorados, de aquí la inmensa labor que supone un auténtico baluarte como son los Menesianos, que realizan una gran labor social.

Esta labor callada y silenciosa va dejando en el entorno social una huella que, pasado el tiempo, constituye páginas de la historia de los pueblos o lugares que tuvieron la suerte de disfrutar de ese tipo de instituciones.

Nuestro barrio de Pinilla y el Centro de los Menesianos están escribiendo una de esas páginas inolvidables en el ámbito social.