No cabe duda de que esta provincia es la última y no solo porque llevemos la zeta en el principio. Esta tierra no ha sido nunca bien tratada desde fuera, pero tampoco desde dentro. Los de fuera y algunos de dentro han sido los responsables de crear una situación de desidia y abandono. Políticos que han mirado para otro lado cuando lo que tenían que haber hecho era trabajar por la provincia y por su desarrollo. No lo han hecho.

Ha faltado visión de futuro, decisión y una clara conciencia de la responsabilidad. Encaja aquí perfectamente el viejo refrán que apunta que "Con mala sangre no salieron nunca buenas morcillas".

La ciudad la hemos dejado para las mascotas. Estamos en el siglo XXI y tenemos desde décadas pueblos sin agua sin que a los políticos que están en las instituciones se les caiga la cara de vergüenza. Ahí está la N-122, esperando a que alguien se acuerde de ella. Difícil lo tiene porque los que mandan no saben ni dónde está ni su proyección histórica. A ellos no le sirve la historia, si acaso para borrarla y para ignorarla. Así nos va dentro y fuera. Claro que nuestro pesimismo está justificado, porque ahí está el ejemplo de la 630 o Vía de la Plata, que acaba de ser desdoblada después de medio siglo. Aquí nos dejaron el remate. Les damos las gracias por esta maligna intención.

La N-122, se mire como se mire, es un valor histórico, que ya vio muy claro Carlos III, en la segunda mitad del siglo XVIII. Es una cuestión pendiente con la Raya y con sus gentes, que nos dan todos los días ejemplo de comportamiento cívico a pesar de los agravios.

La sociedad tiene una deuda con esta vía y con las gentes que más la transitan. Tiene que pagarla lo antes posible.