Es evidente que hay verdaderos energúmenos, pero a veces el energumenismo es una práctica de utilidad: gente a la que le ha ido bien en la vida a base de ir de valentón y dar trompazos, o amagar con darlos. Yo no creo que Donald Trump, candidato a candidato a la presidencia del Imperio, sea un energúmeno genuino, sino solo alguien que cultiva un personaje que le ha funcionado siempre, y encima ya sale al aire con solo pronunciar su apellido. Aunque estos sujetos son malos de llevar cuando sacan el aparato eléctrico (solo hay dos modos: o fingir que nos asustan -eso los tranquiliza- o cambiar de acera), a la hora de la verdad no suelen soltar el golpe. ¿Habría ordenado este bocón republicano el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, hace estos días 70 años? Quien sí sabemos que lo hizo fue un demócrata convencido e impregnado del humanitarismo masón, de nombre Harry S. Truman.