Lo nunca visto: en agosto, con medio país de vacaciones, en plena canícula, el Gobierno presenta sus presupuestos generales del Estado? cinco meses antes de que terminen los previstos para el año. La razón es obvia: las elecciones que vienen, ya sea en noviembre o en diciembre. Las cosas están difíciles, pero que mucho, para el partido en el poder, con peligrosos frentes abiertos por todos los lados, y hay que tratar de ir trazando nuevos caminos y dejando caer nuevos anzuelos, pues lo de la recuperación económica y los nuevos empleos, sí, pero no, o sea que está bien pero no acaba de calar ni de colar en la gente. Así que ahora se ha tirado por el lado social, a ver qué tal.

El mensaje de Rajoy y los suyos es que como España marcha bien hay que ir cerrando el capítulo de la austeridad y hay que ampliar la financiación de aquello que la sociedad demanda y necesita para recuperar en todo lo posible el bienestar de épocas anteriores. Un guiño social, tras la reciente y poco apreciada bajada del IRPF. Incluso se asegura que si el personal es bueno y vota al PP, en enero habrá una nueva rebaja de impuestos. Pero aunque parezca que están que lo tiran, lo que están es desesperados por seguir manteniendo el disfrute del poder, algo que no ven nada seguro tras la debacle de mayo y las encuestas que siempre prevén el triunfo del PP pero sin poder gobernar salvo con alianzas. Y, en realidad, el aumento en asuntos sociales es de un 3,8 por ciento respecto al presupuesto actual, no más.

Pese a una mayor disposición de medios, pues se ha conseguido ahorrar un 21 por ciento en las prestaciones de desempleo. Pero ni siquiera se ha aumentado la renta mínima de inserción, el último recurso de los parados. Como no se han aumentado las pensiones y tampoco se ha atendido, un año más, al incremento de las percepciones de las viudas, una injusticia que roza la inmoralidad. En cuanto a las becas, sube un 0,2 por ciento la cuantía. Más, un 6 por ciento, se dedicará a la atención de las personas dependientes. E igualmente, y como se trata de unos presupuestos electoralistas, se incrementan las partidas de sanidad y educación, que buena falta hacen, lo mismo que ocurre en otras aéreas en precario, caso de la justicia y la investigación, incluso la cultura con mayores aportaciones al cine y la televisión. Pero dejando el IVA igual, aunque también se hable de que si gana el PP, tal vez pudiera reducirse.

En fin, escasas sorpresas en unos presupuestos de 350.000 millones, vendidos a bombo y platillo y presentados como si fuera un mitin electoral del PP. Por Castilla y León y por Zamora en concreto el teórico reparto no ha ido nada bien: en la región, las inversiones serán un 17 por ciento menos, y en Zamora lo de siempre en los últimos años: lo del AVE a Galicia, a su paso por la provincia, 324 millones, pero casi nada para otras obras necesarias y que siguen a la espera, como las murallas. Hasta desde el PP local se creen insuficientes esas partidas, que la oposición considera tramposas y ridículas. Si así espera Rajoy conseguir más votos, pese al aumento del 1 por ciento en los salarios públicos, apañado va. Claro que estas cuentas serán modificadas si el PP no sigue gobernando o si tiene que hacerlo con el apoyo de Ciudadanos.