El oeste de la provincia, de Sanabria a Aliste y Sayago, concentra la mayoría de los terrenos de valor ambiental en un mapa duramente castigado por la despoblación. Como consecuencia, el abandono de los campos y un deficiente mantenimiento de las masas vegetales acarrea enormes dificultades cuando acontece un siniestro como el incendio que la semana pasada arrasó cerca de mil hectáreas en Latedo.

La comarca de Aliste fue, también, la que registró un mayor número de fuegos, hasta 28 en el margen de 48 horas, durante una primavera inusualmente seca a la que ha seguido un tórrido verano, con récord de temperaturas durante el mes de julio. En dicha zona abundan los pinares de repoblación, árboles que, en las condiciones climáticas actuales, se convierten en auténticas piras, muy difíciles de atajar incluso para los expertos equipos que intervinieron en el siniestro. La investigación determinará tanto la causa exacta del fuego de Latedo, aún por establecer con certeza, como si los medios se ajustaron en todo momento a lo que requería la situación, después de que el inicial y gran despliegue en las primeras horas del incendio hiciera concebir esperanzas sobre la limitación del alcance del siniestro.

El incendio parecía controlado cuando ya habían sido pasto de las llamas 200 hectáreas, pero rebrotó al anochecer azotado por el viento, cuando los medios aéreos no podían intervenir, debido a la acción de los materiales que despide el propio fuego. Una pavesa, según los especialistas, puede recorrer hasta quinientos metros y reproducir así varios focos al mismo tiempo cuando, como era el caso, se daban las circunstancias adecuadas desde el punto de vista ambiental y de orografía difícil. Todavía están por cuantificar las pérdidas producidas no solo desde el punto de vista ecológico: Aliste vive el despertar de una nueva industria asociada a la riqueza micológica de las tierras de la comarca. El pinar incendiado era una de las zonas más productivas y ahora se encuentra convertido en ceniza.

Los bosques, esa riqueza medioambiental que acaba de distinguir a los principales emblemas naturales de la provincia como Reserva de la Biosfera por la Unesco, pueden ser también nicho de empleo atendiendo a su cuidado en tareas de prevención. El pasado mes de junio, el delegado de la Junta de Castilla y León, Alberto Castro, cifraba en veinte millones lo destinado por la Administración regional al mantenimiento de bosques y montes zamoranos. Los tratamientos silvícolas adjudicados en lo que va de año superaron los 1,3 millones de euros y se atendieron 950 hectáreas, es decir, la misma superficie desaparecida en menos de una semana en el pinar de Latedo.

Es evidente que la tarea de mantenimiento de los montes no puede ser atajado únicamente desde la inversión pública, pero los propios forestales que este mismo miércoles iban a la huelga en demanda de mejores condiciones laborales, esos trabajadores que se juegan la vida cada vez que arde un monte, son los primeros en advertir que el ahorro en este campo siempre sale caro, como ilustra el ejemplo de Latedo. A pesar de que el "empleo verde" está considerado uno de los "nichos" del mercado laboral de la nueva era, su desarrollo en zonas con el potencial de Zamora ha ido en retroceso durante los años de la crisis.

La provincia llegó a contar con casi un millar de trabajadores implicados en el sector silvícola, pero la Asociación Nacional de Empresas Forestales calcula que un 20%, al menos, se ha perdido en los últimos años, debido también a una menor inversión pública, con una caída generalizada del 50% desde 2009. Sin embargo, esa labor preventiva resulta primordial. Un monte limpio arde con mayor dificultad. Un bosque en el que las repoblaciones dan prioridad a las especies autóctonas en lugar de especies como el pino y el eucalipto, de crecimiento rápido, pero fácilmente inflamable, garantiza el equilibrio del ecosistema. Y además, crea empleo, ligado a la gestión de recursos naturales, al aprovechamiento de la biomasa forestal, la gestión del agua o el ocio. La misma asociación forestal estima que, actualmente, la "economía verde" genera en España 25.000 millones de euros al año. Con una adecuada planificación, los puestos de trabajo que podrían generarse a medio plazo rondarían los dos millones, muchos de ellos podrían ayudar a fijar población en los núcleos rurales de Zamora.

Las setas, la actividad cinegética, la gestión de lo verde generan riqueza. Y nadie destruye conscientemente lo que genera riqueza. Esa es, así pues, la mejor manera de garantizar el compromiso de la población con los espacios naturales: conseguir que sean fuente sostenible de riqueza para todos. Y consiguiéndolo, lograremos también fijar población en el campo y, en definitiva, insuflar vida al medio rural. Zamora forma parte de un grupo de territorios privilegiados en Medio Ambiente, un tesoro frágil y demasiado valioso como para no empeñar todos los medios en su protección.