Andaba el personal pendiente de que llegase el fin de mes para comprobar en la nómina esa tan cacareada rebaja del impuesto de la renta cuando se ha encontrado con que apenas supone una media de 12 euros más, una raquítica subida que deja a todos, a la mayoría - el 96,5 de los trabajadores con sueldos de entre 12.000 y 60.000 euros anuales- igual que antes, poco más o menos, igual de mal, sin sobrepasar en ningún caso los 30 euros de incremento. Lo que no ocurre para esa minoría estricta -el 0,3 por ciento - que supera los 100.000 euros al año, y que verán aumentadas sus percepciones en más de 1.000 euros al mes, una cantidad que se deja sentir, pero que para esos pocos afortunados de las altas nóminas pasará casi desapercibida, o desapercibida del todo.

Parece, pues, que el anzuelo tirado por el Gobierno para que la gente vote al PP en las generales, no va a funcionar. Porque esa rebaja del IRPF, lo mismo que la anterior, prácticamente no significa nada, y mucho menos gratitud ante las urnas, para un electorado al que se ha esquilmado sin sensibilidad ni piedad durante cuatro años que ni olvida ni perdona, y que aunque no sepa a quién votar tiene meridianamente claro a quién no va a votar de ninguna de las maneras. Ni aunque rebajan los impuestos, o suban el uno por ciento más de paga para el año que viene, o mantengan el 0,25% en las pensiones. Ya no cuela nada. Los gobernantes han abusado de sus prerrogativas y han hecho que todo el peso de la crisis haya caído sobre las clases medias, que casi se han cargado, y sobre las más débiles. Han creído una vez más que el hombre de la calle era tonto, pero ahora resulta que al final puede que los tontos sean ellos. En cualquier caso, a estas alturas de tan mala película nadie cree ya en las palabras de Rajoy.

Dentro de su línea habitual, el Gobierno insiste en una notable reactivación económica como motivo principal de la rebaja del IRPF, lejos de la mera oportunidad política, y se argumenta que el aumento salarial dinamizará el consumo. Pues con 15 o 20 euros más al mes, poco más se va a poder consumir. Que se lo pregunten al comercio de Zamora, por ejemplo, con tantos establecimientos cerrados o que cambian de dueño cada pocos meses. Y encima se cuenta que, según los datos, son los más pudientes y acomodados los que menos gastan. O sea, una rebaja que es pura estrategia electoral de un PP a la desesperada que ya solo confía en que Ciudadanos sea capaz de salvarlo del naufragio. Pero economistas y expertos, teniendo en cuenta sobre todo las directrices europeas en materia de crecimiento económico, ya avisan que tanto con el PP como con cualquier otro partido o coalición que gobierne el país, el año próximo retornarán a los ajustes y los recortes, sin remedio.

Porque los cuatro o cinco millones de parados, según sean contados por las oficinas de empleo o por la EPA, la encuesta de población activa, siguen ahí, incluso en la coyuntura favorable, y cada vez son más los que carecen de cualquier tipo de prestación. Mientras tanto, habrá que pensar en que invertir el gran aumento en la nómina o la pensión. Que parece que no será el último anzuelo lanzado por el PP.