Los dermatólogos avisan: "La piel tiene memoria" cuando se activa es capaz de recordar todas las agresiones de que ha sido objeto. No tratamos bien a esta singular capa que nos cubre. Cuando peor nos portamos con ella es durante el verano. Se nos ha avisado, por activa y por pasiva, de los peligros del sol canicular, haciendo hincapié en aquellas horas en las que debería estar prohibido, salvo protección mayúscula y ni por esas, que nos expongamos a la furibundia de unos rayos abrasadores.

El bronceado es bonito y saludable hasta un punto. Más allá de ese punto incluso resulta ordinario y no es favorecedor. No lo digo yo, lo dicen los expertos en estética y belleza que, al igual que los dermatólogos, alertan de los perjuicios que el sol puede ocasionar en la piel, especialmente en la del rostro. No puedo entender cómo año tras año, a pesar de las recomendaciones urbi et orbi de los profesionales de la salud, la gente siga exponiéndose al sol a la vez que exponen su salud, porque lo hacen cuando los rayos son más dañinos y dejan su huella que en el rostro acaba convertida en arruga y en el resto del cuerpo en, como poco, melanoma y manchas a tutiplé.

Sí, ya sé que el sol es bueno para los huesos, pero no a deshoras y a lo bestia. La vitamina que puede aportarnos se puede suplir con una ingesta de alimentos adecuados, infusiones y hierbas que reemplazan a la perfección los beneficios del sol estival. El sol hay que tomarlo a sus horas. Solo que la mayoría lo toma a deshoras, cuando emite más radiaciones que dañan gravemente la salud. Y es poco menos que imposible cambiar semejante hábito. Hasta que la piel se venga, solo que entonces es demasiado tarde. Los dermatólogos previenen, curan pero no hacen milagros.

Las mujeres orientales de piel como la seda no toman el sol. Podríamos imitarlas pero eso es mucho pedir a quienes usan y abusan de los rayos UVA en invierno y a quienes, panza arriba y boca abajo, se comen todo el sol que su aguante les permite durante el verano. Hasta las diez de la mañana, lo que estimen oportuno, si la ola de calor lo permite, después de las siete de la tarde otro tanto de lo mismo. Solo que a esa hora, lo suyo es batirse en retirada, justo cuando el sol ya ha hecho su efecto destructivo. Hay vida después del verano y otras estaciones con igual o parecido encanto que nos esperan a la vuelta de estos meses, a ser posible en un perfecto estado de salud que también pasa por el mapa de la piel, el órgano más extenso de nuestro cuerpo y el peor tratado. Y no vale con tratar de engañarle porque, no lo olvide, la piel tiene memoria.