Y estamos de aquesa manera tanto en el litoral como en el interior. El turismo sigue siendo la gallina de los huevos de oro para la economía española. Los problemas de terrorismo yihadista por los que atraviesan los países del norte de África, nuestros grandes competidores, ha beneficiado a España. Hace años que no se veían las playas patrias con el "over booking" actual. Las de Benidorm en concreto y alguna que otra playa balear se parecen al famoso camarote de los hermanos Marx. No cabe un alfiler. Entre los de aquí, los de allá, los vendedores ambulantes, los que ofrecen mojitos que preparan en los lugares menos indicados, los del chiringuito y los del masaje nada recomendable, las playas aparecen abarrotadas.

Intentar poner una sombrilla más en ese paisaje de parasoles de todos los colores, clases y condiciones es como tratar de poner una pica en Flandes. Esos llenos me espantan. Nunca elegiría una playa tan concurrida. Es mejor una cala, un cobijo recóndito, resguardado de esa marabunta, sobre todo familiar, que se convierte en una especie de Babel. Eso sin contar a los de la pelota y los de las palas que acaban haciéndote participe de sus juegos, en cuanto la pelotita se desvía casi siempre hacia la cara o la cabeza del que dormita bajo la sombrilla.

Siempre queda el turismo de interior para los que huyen de semejante masificación. Solo que este año la cosa también está que se sale tierra adentro. Y yo que me alegro, por el sector, de habitual quejicoso, y por la economía patria. Este año España se sale del tiesto en materia de turismo. Las cifras no pueden ser más elocuentes. A lo largo del presente año es posible que logremos superar la cifra de 68 millones de visitantes extranjeros. Los de nivel alto, los de nivel medio y los que vienen a hacer acumulo de alcohol para todo el año y armarla parda en la noche, "balconing" incluido y desnudos "culares" que de lujuriosos no tienen ni lo justo dadas las medidas entre moflete y moflete.

Dicen que el presente puede ser el mejor año turístico de la historia. Ojalá. Como para andar jugando con el invento ese de las tasas que algunas alcaldesas querían poner en marcha tras su toma de posesión. Que dejen los experimentos para otros asuntos que puedan necesitarlos no vayan a matar a la gallina de los huevos de oro. Y porque, además, es de vital importancia que los turistas que vienen a España por primera vez, repitan e incluso, por calidad y calidez, recomienden este destino a sus familiares y amigos. Podemos declararnos satisfechos ante un hecho, la mayoría de visitantes nos dan una nota alta poniendo de manifiesto su enorme satisfacción también por el abanico de posibilidades que ofrece España. Y es que junto con Italia, España es el país europeo con más oferta cultural. Y una buenas playas que este año, y a la vista de las imágenes que proyectan los telediarios, nos permite asegurar que estamos a tope. Como nunca.