U na de las cosas que se aprenden en la primera etapa escolar y que aunque no sirva luego para nada prácticamente resulta que siempre se recuerda, como la lista de los reyes godos, es el conjunto de sonoros nombres que conforman el sistema planetario junto con la tierra, orbitando alrededor del sol: Marte, Venus, Saturno, el de los anillos, Júpiter?, y hasta uno, Plutón, que luego se sabía que, en todo caso, no era más que un planeta enano al que ya no se tiene en cuenta en los nuevos textos.

Como desde entonces ha llovido mucho y las ciencias adelantan que es una barbaridad en forma de potentes y precisas herramientas astronómicas, ahora ya se sabe mucho más respecto al insondable misterio del universo, pero los planetas siguen participando de ese aire de mito, fantasía y ficción que siempre tuvieron, despertando un interés que se extiende a los tiempos actuales. Ahí está el revuelo científico que se ha armado con la aparición de ese nuevo planeta al que la Nasa considera igual o casi igual que el nuestro y potencialmente habitable. El primo mayor de la tierra, se ha dicho.

En realidad es un planeta extrasolar, según explicación de los expertos, y que depende por tanto de su propio sol, una estrella que se encuentra a una distancia similar a la que guarda el sol con la tierra, aunque ahí no acaban las similitudes con ser esa muy importante de cara a la posibilidad abierta de la existencia de vida. Un año de ese planeta duraría 385 días, su tamaño es solo un poco mayor que el del planeta que habitamos y reúne la condición indispensable de ser rocoso, como Marte, y casi seguramente, aunque aún no se pueda precisar, de disponer de grandes masas de agua lo que facilitaría aun más el hallazgo de signos vitales desarrollados.

Que no significa, ni mucho menos, ninguna existencia humana, por más que la ciencia-ficción pueda disponer a partir de ahora de un nuevo escenario para cómics y películas. Ya hace mucho que los científicos saben que en el cosmos hay muchos planetas o similares, girando alrededor de una estrella, y la mayoría no identificados. En los últimos años se han descubierto hasta tres nuevos planetas de parecidas características, aunque sea el aparecido ahora el que más se asemeja al planeta azul y que en teoría puede ser el más habitable. Pero se tardará en conocer a ciencia cierta, entre otras razones porque el primo hermano se encuentra, según las mediciones, a 1.400 millones de años luz.

La NASA, por supuesto, ya ha anunciado que continuará la investigación en profundidad para aportar un mayor número de datos. Se quiere saber del clima, que se supone cálido, y de la influencia de la gravedad. Y ello vuelve a abrir el debate, una vez más, sobre la conveniencia o no de unos trabajos científicos que cuestan mucho dinero, sin sentido práctico inmediato, cuando tantas carencias básicas hay todavía en el planeta que se habita y de las que son víctimas millones de personas. Hay quienes exigen un orden estricto de prioridades, incluso entendiendo que el progreso, motor del mundo, no puede detenerse jamás. Pero, por encima, está siempre la vida humana, y su preservación.