Muchos frentes tiene abiertos el PP para conseguir su gran ambición de seguir gobernando España aunque sea gracias a la mano que le eche Ciudadanos. Objetivo posible, pero poco probable. Un triple salto mortal, en realidad. Para empezar tiene que recuperar la mitad al menos de los cuatro millones de votos perdidos, para lo cual tendría que convencer a indecisos y abstencionistas, que a día de hoy o piensan quedarse en casa cuando llegue la cita ante las urnas o votar a alguna opción que seguramente aun está por decidir, pues no saben si elegirán a Vox, a Ciudadanos, incluso a Podemos, pero que ya tienen decidido que no será el PP, ni aunque su portavoz los amenace con un corralito a la griega, incidiendo en el miedo. Luego está lo de la secesión catalana, grave problema que va a ser definitivo en esta ocasión, por lo que Rajoy puede que deje ya de recurrir al Tribunal Constitucional y se atreva a suspender la autonomía. Y encima, los escándalos de corrupción pendientes: Bárcenas, Gürtel, la Púnica?, caso este último que ahora remueve las aguas turbias al conocerse el sumario de la trama que encabezaba el número dos del PP en Madrid, Francisco Granados, con casi un centenar de imputados.

Y no es que sean los únicos, por desgracia, que ahí está el PSOE -estremece pensar que vuelva a gobernar el país aunque sea junto a Podemos- con los escándalos de corrupción en cadena de Andalucía, con los ERE y los cursos de formación, y manteniendo el poder gracias a Ciudadanos que lo mismo ha apoyado a los socialistas andaluces que a la derecha de Madrid, ante el total desconcierto de sus electores y de quienes no lo son, que ya no saben si lo de Albert Rivera es una marca blanca, un partido satélite o una formación de centroderecha que busca su camino. Lo malo es que puede que no tarden en verse en apuros a la hora de mantener sus ayudas porque el PP, siempre prepotente y acostumbrado a mandar, no va a aceptar imposiciones. La cosa tal vez no tarde en estallar pues el principal implicado en la Operación Púnica, el empresario Marjaliza ha soltado como presuntos implicados y conocedores del asunto los nombres de dos diputados regionales de la bancada popular y uno de Ciudadanos precisamente. Los señalados niegan tal acusación y aseguran que se trata de una venganza política. Pero PP y Ciudadanos ya tienen otra papeleta por medio para resolver, a expensas, claro, de lo que dicte el juez.

Realmente, es difícil o imposible saber si los imputados dicen verdad o mienten cuando apuntan a otros compañeros, a los que parece que quieran hundir con ellos. Desde luego, la trama parecía extender sus grandes tentáculos para obtener obra pública sin pararse en barras siendo capaz de llegar a todas partes y ambientes. El tal Marjaliza, principal beneficiado junto a Granados, tenía más de 30 millones de euros por ahí y disponía hasta de un zulo donde poder guardar su dinero, aparte de cuentas en Suiza y depósitos en números bancos con cajas de seguridad y grandes cantidades. El tipo, por tanto, que sigue en la cárcel, no parece demasiado de fiar. Pero eso, lo de las acusaciones sobre tres parlamentarios madrileños, es una cuestión que se investiga y que podría cambiar de nuevo el panorama político.