Cuando llegamos al kilómetro cinco de la carretera de Zamora a Ledesma, justamente a la entrada de Tardobispo, a nuestra derecha sale un camino que avanza en dirección oeste y se dirige a unas casas que fueron posadas. Junto a ellas se encuentra el cementerio del citado pueblo, pero después de una corta parada, seguimos y el terreno se va elevando de manera muy apreciable, pasamos sobre el Cordel de la Mesta más importante y nos encontramos con un corte del terreno, bastante usado, cuyos lados nos ofrecen un aspecto tan blanco, que no recordará al caolín de Pereruela. Es un terreno gredoso y blancuzco. Al cruzarlo nos encontramos con un puente casi soterrado y medio roto por las crecidas y arrastrar de esta ribera de aluviones llegados de los lejanos términos de Peñausende y anejos.

Pero este recorrido que hemos hecho hasta llegar a estos olvidados restos y sillares es el comienzo de una vía romana que sigue hacia el oeste, salva la ribera de Pereruela con el conocido puente de las Urrietas, un paisaje para soñar, y sigue salvando la ribera de oro con el puente de la Albañeza. Aguas arriba podemos contemplar desde la propia carretera y la vía romana que sigue, cruza Sayago y en el término de Villardiegua de la Ribera, estaba el pago de los Costales que salvaba el Duero. En la margen derecha, un zig zag marcado por la vegetación.