El pasado 18 de julio se cumplieron exactamente seis años del entrañable homenaje tributado al más grande de los investigadores y escritores que el mundo del flamenco haya dado: don José Blas Vega. Ocurrió en Morales del Vino. Ese homenaje fue planificado de forma inmediata al saberse que el preclaro prohombre debería ser reintervenido de sus dolencias precisamente un día como hoy, de 22 de julio del 2009. En ese homenaje -del que este periódico se hizo suficiente eco dedicándole tres páginas, incluyendo una amplia entrevista de Celedonio Pérez Sánchez, lo mismo que en otras ocasiones referidas al prócer o al festival- llegaron infinidad de apoyos testimoniales de todo el mundo del flamenco -para ello se habilitó un correo electrónico específico- y todos los artistas, fundamentalmente mujeres en su mayoría, de hecho el subtítulo era "Mujeres Flamencas" (La Macanita, Regina, María Toledo y Amelia Vega) le dedicaron su actuación recibiendo constantes aplausos desde el auditorio. Pero aun teniendo en cuenta lo dicho, la parte de homenaje más emotiva fue el descubrimiento de una placa dejando constancia para la posteridad y dar nombre al entorno posterior del Ayuntamiento de Morales del Vino: "Patio del Flamencólogo José Blas Vega". Fue un hecho que lo marcó definitivamente, precipitando su posterior decisión vital, llevándolo a disponer que sus cenizas reposaran definitivamente en "su Patio, su querido Patio de Morales del Vino".

A partir de este memorable hecho, Morales se convierte en lugar de referencia obligada en el mundo del flamenco para codearse -teniendo en cuenta las evidentes diferencias- con lugares emblemáticos como Triana, Cádiz, Jerez, Madrid o La Unión, suponiendo además, un trascendental plus para los artistas por poder actuar ante quien ya es un mito de la intelectualidad flamenca.

José Blas Vega es autor de una treintena de libros, algunos fundamentales y paradigmáticos al imbuir rigurosidad en el manejo de las fuentes de la investigación flamenca, cerca de doscientos artículos, innumerables conferencias y la edición de más de trescientos volúmenes musicales como director del Departamento de Folklore de Hispavox. Sin duda sus obras cumbres, por conocidas y consultadas en todo el mundo, son el "Diccionario enciclopédico ilustrado del flamenco" (2 vol.), la "Magna antología del cante flamenco" y la "Magna antología del folclore musical de España" (Ambas con 20 vinilos o 10 cds.)

Por otra parte, además del homenaje tributado en el Festival de La Tierra del Vino, ha sido reconocida su trascendental aportación al conocimiento y divulgación del arte flamenco, entre otros muchos galardones, con el Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología, la Beca de la IV Semana de Estudios Flamencos de Málaga, el Premio Diario Línea de Murcia, el Taranto de Oro de Almería, el Premio Demofilo de Córdoba, el Trofeo a la Investigación de la Asociación de Críticos de Arte Flamenco y El Premio del Festival Cante de las Minas. Es obvio que sin la presencia en la historia del flamenco de José Blas Vega esta no sería como la conocemos actualmente.

Los festivales han continuado hasta celebrar el pasado año el décimo, precisamente dedicado al Festival Internacional del Cante de Las Minas, con tres "Lámparas Mineras" de relumbrón y una finalista del "Desplante". Resulta evidente que los niveles artísticos de los diez festivales celebrados han colaborado con creces sumándose al hecho concerniente a Blas Vega. Ambos hechos, juntos, han puesto, como he dicho, a este pueblo, el más importante de la Tierra del Vino y el tercero de Zamora, en el conocimiento de la vida cultural española referida al flamenco.

Y ahora, la pregunta del millón ¿Debemos dejar que se pierda tanto logro conseguido? ¿Deben permitir los moralinos e incluso los zamoranos que se deje de alimentar un fuego referente y esencial en la promoción de nuestros puntos culturales fuertes?