Existe una diferencia entre "valor" y "singularidad". En el ámbito turístico, la gastronomía de Zamora, cimentada en la excelente calidad de los productos autóctonos, puede ser un "valor" para los visitantes, aunque tendrá que competir con otras regiones que defienden, también con sólidas razones, ese mismo argumento. Provincias como Palencia, Burgos o Soria presentan su patrimonio románico como un "valor" para impulsar la llegada de personas de otros lugares. Zamora posee ese mismo "valor", pero añade una "singularidad": ninguna ciudad en el mundo conserva más de veinte iglesias medievales en su casco urbano.

La distancia entre ambos términos debe llevar a las instituciones zamoranas a una profunda reflexión sobre las virtudes que ha de potenciar y aquellas que, definitivamente, deben tener un tratamiento acorde a su singularidad. ¿Ha realizado Zamora una promoción suficiente de su patrimonio románico que, a su vez, se haya visto compensada con un programa cultural capaz de satisfacer las expectativas de los visitantes? En respuesta al primer interrogante, no cabe duda de que los diferentes responsables de las administraciones locales han recurrido al legado arquitectónico medieval como carta de presentación en las principales citas turísticas nacionales e internacionales, aunque podría discutirse si con el mensaje adecuado. La segunda cuestión plantea más dudas y genera una nueva pregunta: ¿Se adecúa el tratamiento turístico del románico a los cánones del siglo XXI?

Antes de nada, quizá haya que reiterar la importancia del tirón que posee el románico en el turismo de carácter religioso o histórico o la exploración de nuestro pasado e identidad a través de la incombustible novela histórica, con una ingente producción centrada en la atrayente Edad Media, o de las exitosas series de televisión que explican, como el mejor libro, capítulos cruciales del pasado como la etapa de los Reyes Católicos.

En medio de esta "fiebre" por el pasado, las trece iglesias medievales de la ciudad que participan en el programa de apertura de monumentos recibieron 428.800 visitas a lo largo del año 2014, una media de algo más de 30.000 personas por cada templo. El dato no es desdeñable, sobre todo si es comparado con las cifras de visitantes en el conjunto de la provincia, algo más de 200.000 cada anualidad según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística.

Las cifras no se ven reflejadas, sin embargo, en el material promocional y explicativo que ofrecen las diferentes oficinas de turismo. El románico es solo un argumento más dentro de una guía general donde la singularidad del primer arte internacional se diluye entre otras propuestas. Tampoco existe un mapa específico que invite a descubrir los secretos de las iglesias que no estén en el eje central del casco histórico, como es el caso de Santa María de la Horta, San Claudio de Olivares o Santiago de los Caballeros. Las visitas guiadas resultan demasiado escasas y el horario de apertura de las iglesias sigue estacionalizado y dependiente del convenio entre Diputación y Obispado.

Aun así, la promoción del románico más eficaz no radica en el mejor folleto ni en el mapa más detallista, ni siquiera en las rutas genéricas en las que los no iniciados podrían recibir con la misma atención el magnífico sepulcro de La Magdalena o la capilla del Doctor Grado en la Catedral, que en cualquier templo de cualquier otra ciudad. Dentro y fuera de Zamora, cualquiera podrá constatar que el principal embajador de la iglesia de San Cipriano no es una publicación, sino un festival internacional de música, el Pórtico de Zamora. Más que recibir una lección de historia sobre escultura o pintura, las personas que participan en esta iniciativa que acaba de cumplir doce años obtienen una "experiencia" que recordarán y aconsejarán a otras personas.

El concepto de "experiencia" ligado al patrimonio artístico comenzó a incorporarse en los objetivos turísticos del Ayuntamiento durante la primera etapa de la exalcaldesa Rosa Valdeón, con el ánimo de dotar a la ciudad de una programación cultural capaz de seducir al viajero y alargar su estancia. En la actualidad, los forasteros emplean poco más de día y medio en cada visita a Zamora, según la estadística. Para cumplir dichos fines, el Ayuntamiento impulsó la fallida Sociedad de Turismo, un sistema que se reveló insostenible desde el punto de vista económico y que devino en una importante rémora económica para las arcas municipales, además de una oportunidad perdida.

Entre los objetivos del nuevo equipo de Gobierno local figura el impulso turístico de la ciudad con el románico como buque insignia. Esta misma semana, el concejal del área, Christoph Strieder, apuntaba en este diario que la ciudad "debe desarrollar una ruta temática" en torno a las iglesias medievales e "intensificar" la colaboración con la Diputación en la promoción. Ese itinerario tendrá éxito si trasciende los folletos y logra trasladar al visitante en el tiempo para explicarle la importancia capital que los templos religiosos han tenido para los zamoranos desde su construcción, en los siglos XI y XII. La música, el teatro y cualquier otra expresión artística e imaginativa pueden convertirse en el mejor aliado para ofrecer a los visitantes el apasionante viaje a la Edad Media que buscan. Incluso, por qué no, el Ayuntamiento y el Patronato de Turismo deberían trabajar conjuntamente para crear las condiciones que hicieran atractivos los rodajes de series y películas ambientadas en escenarios como el medieval capaz de ofrecer Zamora. Por algo su segundo atractivo, la Semana Santa, basa su éxito como Bien de Interés Cultural en la combinación de puesta en escena y escenario.

La percepción de una "ciudad bonita" que se tiene desde el exterior debe completarse con una oferta de actividades que seduzcan a los viajeros. "Tenemos la impresión de que en Zamora se vive bien, aunque necesita incorporar más actividades culturales", afirmaba pocos días atrás la soprano pamplonesa Raquel Andueza, que actuó este viernes en la Catedral, dentro de otro ciclo de conciertos que abunda en la misma línea: el Domo Musical permite redescubrir la seo de la mano de la música antigua. En una ciudad ajena a la actividad industrial, pero que pronto dará un salto en las comunicaciones con la llegada del AVE, el románico y la cultura deben ser, no ya la bandera de la identidad local, sino un motor de desarrollo económico y generador de esperanza. Pero para cumplir ese objetivo deben reinventarse los canales y métodos de promoción, con una atención exquisita al turista, más allá de los productos convencionales o de las rutas esporádicas.