Pablo Casado es el más brillante de los recientemente incorporados a la cúpula del aparato interno del Partido Popular. Casado mantiene una trayectoria y una formación ideológica en el PP y sobre todo en FAES bastante más meritoria que la de algún otro de los encumbrados en el enroque de Rajoy tras el desastre de las municipales, pero eso hubiera bastado si no fuera porque en España vivimos sumergidos en la "política POP" que hace buscar a los dos partidos mayoritarios iconos televisivos que contraponer a los que lideran Podemos y Ciudadanos.

El cantante Ismael Serrano, conocido por su música y su sectarismo, le ha atizado un sonoro sopapazo en las redes sociales a Pablo Casado en un intercambio de "tuits". Gajes del oficio. Jugando en planos distintos, solo podía perder.

La anécdota sirve para constatar cómo el partido del Gobierno sigue sin entender lo que está pasando en España a pesar de que los ciudadanos que conforman su base social y electoral naturales se lo han dejado muy clarito en las últimas elecciones. No será con gestos, guiños a la galería o corrección política a la defensiva como va a evitar su debacle en otoño. Tampoco con la apelación al miedo que, sin ir más lejos, ha hecho cosechar en Zamora al PP de Martínez Maíllo los peores resultados de su historia. Salvo algunas novedades regeneradoras anunciadas en la reciente conferencia política como posibles para dentro de demasiados meses, toda la adaptación al nuevo panorama tras una legislatura en la que el PP va perdiendo los votos a chorros ha consistido en buscar unas cuantas caras más jóvenes que exponer en televisión.

Podemos e Iglesias ofrecen soluciones que son fracasos, pero la ruptura que plantea alivia el ánimo de centenares de miles de ciudadanos que lo han pasado y lo están pasando realmente mal mientras no ven que la crisis afecte por igual a otros y sobre todo a quienes viven de lo institucional en la política, la gran empresa o las finanzas.

En Ciudadanos, Albert Rivera no es solo una atractiva cara joven, sino una fuerza que ha luchado por España en Cataluña cuando otros hacían, legislatura tras legislatura, la escena del sofá con los nacionalistas. Ofrece además, aún a medio articular, un soplo de viento regeneracionista y moderno que PP y PSOE han perdido o no hacen creíble.

No bastan unas caras sonrientes si no hay mensaje. No basta un mensaje si no hay soporte ideológico, principios y una propuesta sólida -si es que aún pueden recuperar a credibilidad perdida-. Bauzá, elegido por el método de un militante un voto, lo ha entendido en Baleares y ha dimitido. Otros, elegidos con cartas marcadas, solo juegan a asegurar su posición personal para noviembre y a rodearse, por designación digital, de quienes no supongan un riesgo para su estatus. La espiral desciende por la mediocridad hacia el abismo. Maquillar la cara sin ordenar el alma no es sino empezar la casa por el tejado.

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