En el evangelio de este domingo leemos que mucha gente buscaba a Jesús. Querían estar con Él, escucharlo, ser testigos de sus milagros. Eran gente sencilla, con unas condiciones de vida muy complicadas. Y, ¿qué hace Jesucristo? ¿Les dice que lo dejen descansar, que lo dejen en paz? No, ni mucho menos. Se sienta a enseñarles con calma, con cariño, con amor. Alguno podrá despreciar al auditorio de Cristo. "Una panda de analfabetos que no tenían dónde caerse muertos", afirmarían quizá. Pues sí, tienes razón. Pero es que ellos eran los preferidos, los favoritos de Jesucristo. "Y, ¿qué podía sacar de ellos? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Quería que lo sirvieran?". No tienen nada de esto. Jesucristo los ama por lo que son y siente lástima de ellos porque están perdidos en la vida. No tienen expectativas, no tienen ilusiones, no tienen alegría ni esperanza. Algo les atrae de Jesús, que no les atraía en otras personas famosas que había en aquella sociedad. Buscan a Cristo y lo siguen.

Hoy muchos también pueden estar en la misma situación que esta gente. Sin esperanzas, sin ilusiones, sin alegría, sin amor. Quizás tú mismo te encuentres así. Jesús te busca, quiere hablarte al corazón, quiere que le prestes atención un instante. Entonces aquella gente buscaba a Jesucristo, hoy Jesucristo te busca a ti. No busca tu dinero, o tu poder, o tu inteligencia, o tus cosas materiales. Eso no le interesa. Le importas tú. Le importa tu sufrimiento, tu desesperación, tu dolor, eso que no te atreves a compartir con nadie porque tienes miedo de lo que puedan pensar de ti. Él ya lo sabe y conoce que eso te hace vivir sin paz. Por eso te busca. Para darle la vuelta a todo eso que te hace tanto daño. Déjate encontrar por el Señor. No le pongas filtros o las barreras de los prejuicios. Déjate amar por Cristo. Ya verás cómo cuando experimentes su amor, su perdón, su paz, todo será diferente.

Solo necesitas una cosa que aquella gente que buscaba a Cristo tenía: humildad. Sé humilde ante Cristo. No lo pongas a prueba, no lo chantajees. No le digas lo que tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer para que creas en Él. Eso no vale para nada, no sirve para dejarte encontrar. Es sencillo si eres capaz de ser humilde, de dejarte encontrar por Aquel que te ama tanto que ha dado su vida por ti. Acércate a la Iglesia, a la familia de los creyentes en Cristo. Sin prejuicios, sin recelos, sin desconfiar. Sólo así serás completamente libre, sin dejarte llevar por lo que dicen otros, por lo que vayan a pensar otros de ti. Sé libre. Lo primero que hará el Señor es abrazarte, rodearte con su amor, el Amor de Dios. Se sentará contigo y te hablará al corazón. Él te lleva buscando toda tu vida. Él te va a regalar todo lo que necesitas, todo lo que te conducirá a la plenitud de tu vida.