Uno repasa las tareas que le han encargado a Rosa Valdeón y le tiemblan las carnes. ¿Tendrá tiempo para todo o se verá obligada a mandar parar el sol como Josué en la Biblia? Según la nota oficial, estos son los trabajitos que le asigna Herrera: "Coordinación de la Vicepresidencia y, en especial, del Área Social del Gobierno que gestionan las consejerías de servicios esenciales. Coordinará el Diálogo Social y, como consejera de Empleo, asume las competencias en materia de ejecución de la legislación laboral, de Economía social y la política de Seguridad y Salud Laboral, el ECyL, etc. Presidirá la Comisión General de Coordinación Territorial e impulsará la Agenda para la Población". Uff, ¿a que se han quedado sin aliento y a punto de asfixia? Y eso sin contar con que cada encargo tiene subtareas, y subcomisiones, ramificación de funciones, daños colaterales, derivaciones, etc. Y todas ellas precisan de contactos, reuniones, lectura de informes, buzón de sugerencias, corrección de entuertos y más etcéteras. Añádanle la asistencia a plenos y comisiones de las Cortes y respuesta a preguntas e interpelaciones varias. Súmenle la presencia en clausuras, inauguraciones, primeras piedras, congresos, festejos populares y actos de representación, todos con sus correspondientes discursos. Y, como guinda del pastel, sustitución del presidente cuando este o la necesidad lo requieran. ¿Qué tal respiran ahora?

No cabe duda de que Rosa Valdeón es la estrella del nuevo Ejecutivo de Herrera, pero la labor que le espera es ardua, dura. Le han soltado cuatro miuras que se las traen con abalorios: Empleo, despoblación (aunque se siga usando el eufemismo de Agenda para la Población), Coordinación Territorial y Diálogo Social. Casi nada. Con los dos primeros morlacos hubiera tenido más que de sobra. Son los principales problemas de esta tierra y están directamente ligados, aunque no siempre el aumento de habitantes vaya unido al puesto de trabajo; hay gente que curra en un sitio y vive en otro.

El hecho de que Herrera haya creado una Consejería de Empleo y se la haya adjudicado a la vicepresidenta indica que da relevancia y prioridad a este asunto. Lo podía haber hecho antes, pero cualquiera se metía en el terreno de Tomás Villanueva. Valdeón cuenta con el beneplácito o, al menos aceptación, de sindicatos y empresarios y con que el Diálogo Social está muy asentado y desarrollado en Castilla y León. Son dos buenas bases de partida, pero con eso no basta. Ni tampoco con las buenas intenciones, ni con las meras declaraciones. En su discurso de investidura, el presidente prometió destinar 600 millones para fomentar el empleo durante el periodo 2016-2020 y habló de 120 millones para el empleo joven, de 200 para un plan de empleo local, de ayudas a los ninis, a los parados de larga duración, a los mayores de 55 años, a quienes se hallen en riesgo de exclusión social y a los discapacitados. Brotaron fuertes aplausos de las filas populares. La música suena bien. El papel lo aguanta todo. Veremos. Y quien tendrá que verlo en primera fila es Rosa Valdeón, encargada de sacar adelante esos planes.

En lo de la despoblación (palabra que no empleó nunca) Herrera fue menos concreto. Se limitó a analizar las causas de la pérdida de habitantes y a ofrecer un Pacto Demográfico, del que no aclaró nada más. Muchos pensamos que, en este tema, sobran ya estudios, libros blancos y comisiones y faltan decisiones valientes y específicas. Por eso somos muy escépticos. Si no se anuncian medidas, mal van a ejecutarse. No basta con ofrecer en abstracto mejoras en la calidad de vida de los pueblos para detener la sangría poblacional y el envejecimiento. Comprometerse (otra vez, la quinta) a incorporar cinco mil jóvenes al campo suscita ya sonrisas amargas de incredulidad. La promesa figura en todos los discursos. Cuatro años después vuelve a escena. Sí fue positivo, en cambio, que Herrera reconociera que el problema tiene alcance español y europeo y que reclamará medidas en ambos ámbitos. ¿Qué medidas? No lo dijo. ¿Más análisis, más opiniones de expertos? O sea, gastar tiempo, dinero y energía.

Ahí, en la despoblación, tiene, a mi juicio, Rosa Valdeón su mayor reto. Pero me temo que, como sucede demasiado a menudo, lo urgente se impondrá a lo importante. Y que habrá más prisas en resolver coordinaciones territoriales, diálogos sociales y problemas laborales puntuales que en abordar en serio y con actuaciones a largo plazo la pérdida de habitantes. Suele ocurrir cuando uno tiene muchas tareas a su cargo. Se atiende a lo inmediato en detrimento de lo esencial. Desventajas de ser vicepresidenta para (casi) todo.