Las consecuencias de las elecciones municipales y elecciones municipalesautonómicas han dado a Zamora un protagonismo inusitado. Habría que retroceder muchas décadas para encontrar una situación similar a la actual, en la que el nombre de la capital y su provincia van unidos a las noticias de repercusión nacional. Primero fueron los resultados, que otorgaron, mediante pactos, la alcaldía de Zamora a IU. En poco más de un mes, Francisco Guarido se convirtió, por el hecho de ser el único regidor de su formación en una capital de provincia y por arrebatar el Ayuntamiento para la izquierda tras décadas en manos del PP, en un referente mediático de lo que se ha dado en llamar "los nuevos tiempos políticos". Los medios nacionales pusieron su foco sobre la ciudad intrigados por saber qué estaba pasando en Zamora.

Fue ese mismo tsunami electoral el que obligó a Rajoy a realizar cambios en la dirección del Partido Popular, un movimiento que aupó al expresidente de la Diputación, Fernando Martínez Maíllo, a la cúpula de Génova, convirtiéndose en el vicesecretario de Organización, en la práctica, el número 3 de la fuerza política que gobierna el país. Su origen zamorano y su responsabilidad como máximo dirigente del PP en la provincia son referencias ineludibles a la hora de presentar el currículum de Martínez Maíllo en todos los foros a los que acude. La aportación del zamorano será decisiva en el futuro programa de los populares para las Generales. Su condición de ponente en la conferencia política de este fin de semana en Madrid así lo evidencia.

Esta misma semana, la toresana de nacimiento y exalcaldesa de Zamora Rosa Valdeón se convertía en la número 2 del nuevo gobierno autonómico: vicepresidenta, consejera de Empleo, portavoz del Ejecutivo y responsable de áreas de actuación tan relevantes como el diálogo social o las políticas de atención a los más desfavorecidos. La confianza demostrada por Juan Vicente Herrera la convierte en un referente de la política regional. Con el nombramiento de Valdeón, Zamora redondea la relevancia política adquirida tras el 24-M.

En la última legislatura de Herrera ningún zamorano ocupó siquiera una dirección general. Esta vez puede concluirse justo lo contrario, debido a las amplias competencias que desarrollará la vicepresidenta, un cargo que, además, el líder autonómico del PP recupera después de dos mandatos en los que dicha figura no se contempló en el organigrama de la Junta. Dentro del gobierno castellanoleonés cobra relevancia, asimismo, la benaventana Josefa García Cirac, anterior presidenta de las Cortes de Castilla y León que pasa a ejercer como titular de Cultura, un área en la que la provincia juega un papel de suma importancia a través de su patrimonio histórico y artístico.

Incluso entre las denominadas "formaciones emergentes" el poso zamorano es más evidente que nunca. Las listas oficiales de Podemos llevan a dos zamoranos como candidatos: el secretario general de Zamora, Braulio Llamero, y la inspectora de Trabajo María Dolores Martín-Albo, gaditana de nacimiento, aunque afincada en la capital desde hace muchos años. La candidatura promovida por Pablo Iglesias y que tanto debate ha levantado entre los sectores críticos de Podemos tiene, por tanto, dos representantes de la provincia frente a capitales como Valladolid o provincias como Guipúzcoa que solo cuentan con un representante cada una.

Así pues, las elecciones municipales han reportado a Zamora una visibilidad mucho mayor de lo imaginable. Entre otras razones por la capacidad de movilización de un electorado al que a menudo se le ha acusado de permanecer aletargado, sin duda espoleado por la urgencia de hallar respuestas que conduzcan a la que debe ser prioridad de cualquier labor política: propiciar el progreso y el desarrollo económico que traiga consigo la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos.

Lo que hace falta ahora es que esa relevancia política adquirida por representantes zamoranos revierta en provecho de la provincia mediante un compromiso expreso para desatascar o impulsar esas históricas reivindicaciones tan merecidas como injusta y reiteradamente pospuestas. Zamora ha carecido de voz política en muchas épocas de su historia, desgraciadamente. Atrás quedan los tiempos de Sagasta o Claudio Moyano, por poner solo dos ejemplos de los momentos de esplendor. Desde luego nunca tuvo tanta presencia como en este momento desde la restauración democrática. Ojalá nunca olviden el compromiso con su tierra y contribuyan a poner a Zamora y los zamoranos en el lugar que se merecen.