Rabanales ha celebrado la fiesta del Día de la Comarca de Aliste, Tábara y Alba con la elegancia del que se siente seguro de sus inmensas posibilidades que comienzan con un paisaje único, desde su asentamiento principal al último rincón de las cinco entidades que constituyen el municipio, hasta todas y cada una de las etapas de un recorrido cargado de sorpresas que es muy difícil imaginar, aun en el más sosegado de los sueños.

En ese paisaje y esa geografía, nos vemos envueltos en una variada y a la vez rica visión cromática que te obliga a ir separando a cada momento el inmenso caudal de variantes, de forma que no sabes con cuál quedarte: desde el contraste de ese paisaje con detalle de lo urbano, hasta la naturaleza que anima y alegra cuando has recorrido miles de hectáreas a través de un camino en el que, solo de cuando en cuando, aparece algún pájaro medio asustado, sorprendido por nuestra visita.

La historia ha dejado aquí varias páginas escritas, como lo demuestra ese cinturón de entidades que siglo a siglo ha conformado un legado que nos habla en cada fuente, molino, en cada ermita, o en esos restos que nos llaman la atención a cada paso. Nada como escuchar una canción o un dicho en una charla en la solana o en el corrillo de una calle cercana. Si el día es de fiesta, nos deleitará la indumentaria más elegante que uno pueda encontrar en varias leguas a la redonda, porque hasta en estos detalles tan humanos estas tierras ha dejado notas muy destacadas. Esta comarca, tanto a uno como a otro lado de la Raya, constituye una de las de mayor carácter. Por eso deben cuidarse las manifestaciones festivas y, sobre todo, la unión ibérica que hará prosperar de verdad a estas tierras.