Gran parte de la familia del Partido Socialista al que pertenezco, junto con otros muchos socialistas y muchísimos españoles, se sienten inquietos al sucederse hechos en el seno del partido, aunque apoyados en disposiciones legales ignoran valores, sentimientos y tradiciones arraigadas en el Socialismo español. Me estoy refiriendo al hecho protagonizado por los cabezas de lista del PSOE de Zamora, José Luis Gómez y María Cruz; en el Diccionario de la Lengua Española tiene muchos nombres y ninguno honorable, y estoy escribiendo esto desde la perspectiva de que el silencio, al que nos empujan las virtudes socialistas de la lealtad, disciplina y obediencia, no debe interpretarse como signo de sumisión, sino buscando en el recuerdo histórico contrastes significativos. Y "el modo como ha de ser/ es ni pedir ni rehusar".

Y lo han hecho en el momento más inoportuno cuando estaban en marcha las discusiones para la constitución del Consistorio municipal. De la misión que se atribuye nadie ha dicho que sea él el encargado de realizarla. ¿Disfrutaba ya de la confianza de la dirección del partido o es uno de esos espías dobles que se hicieron famosos en la Guerra Fría? ¿Por qué no rehusó al cargo y a la dignidad que conlleva que ostentó durante mucho tiempo designado por el Partido Socialista?, además de no hacerlo se ha beneficiado del apoyo institucional para ser elegido cabeza de lista. Indudablemente estas credenciales no le van a dar la distinción a la que se supone que uno aspira al entrar en política.

Deberían ser conscientes de que, más que nunca, tenían la obligación ante los zamoranos de estrechar lazos de unión para formar un bloque y, superando nostalgias y sentimientos particulares, trasladar su lealtad y disciplina a quien se había elegido para dirigir el partido en la provincia.

A veces, solo a veces, conviene prestar atención a las insufribles declaraciones de los resentidos, es cuando uno se da cuenta de lo irritantes que son porque dejan completamente al descubierto la personalidad, si están buscando la modernidad de las instituciones del Estado deberían mirarse en el espejo otra vez antes de salir a la calle. No creo que pasen a la galería de Hombres Ilustres de la muy noble y leal ciudad de Zamora. Tampoco serán juzgados amablemente como personas coherentes con unos ideales que dicen defender.

Hay en la política española de los últimos tiempos dos hechos que cuadran perfectamente con la actitud de estos dos personajes, se conocen como "el Antorrenazo y el Tamayazo", seguramente que ellos no han sido sobornados por nada parecido, pero cuando una cosa similar a la protagonizada por ellos ocurre es suficiente que un número elevado de personas lo crean para que acabe asentándose en la sociedad como un caso de soborno y este lleva camino de serlo.

Hay en España una antigua tendencia a la creación de grupos peyorativos de todo tipo, Unamuno en sus tiempos decía que había, sobre poco más o menos, treinta millones de partidos en España, algo hemos mejorado pero estos dos personajes están a principios del siglo pasado.

El desenlace parcial de esta bufonada lo está contando la prensa aunque a ellos no parece importarles el sentimiento de ultraje que hay en la expresión de los amigos traicionados. Las formas en cualquier caso no deben perderse entre caballeros. Los periodistas interrogan a los huidos pero ellos son incapaces de explicar de forma creíble su actitud. A mí me parece un historia extraída de las "Memorias de un amante sarnoso" de Groucho Marx.