T an arraigado tienen lo de vivir de la política y ejercer de políticos profesionales, por mediocres que sean, hasta que se jubilen, los del bipartidismo, sobre todo los del PP aunque también hay muchos ejemplos en el PSOE, que para nada temen quedarse en la calle y volver a sus profesiones los que la tengan, porque saben que si gobiernan sus partidos, donde sea, siempre habrá un puesto, un cargo para ellos, de oca a oca y de puente a puente porque me lleva la corriente.

Una corriente que llega incluso a premiarles en los fracasos como ocurre con los presidentes regionales defenestrados, caso de Fabra, de Rudi, y algunos otros, que pasan al Senado, demostrando una vez más la inutilidad de una institución, casi inexistente en Europa, que sale muy cara a los contribuyentes y que solo sirve para agradecer con el pesebre los servicios anteriormente prestados. Lo peor es que visto lo que se empieza a ver en los nuevos ayuntamientos, si alguna vez Podemos o los demás grupos emergentes llegan a conseguir el poder harán absolutamente lo mismo. Y si no es en el Senado, pues en otra parte, como le pasa al expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que apenas ha salido del despacho para dejar sitio a Cristina Cifuentes, a la que el PP parece que ya reconoce su extraordinaria valía, ha solicitado su ingreso en el Consejo Consultivo de Madrid, una mamandurria más del estado autonómico que paga por dos días de supuesto trabajo semanal más de ocho mil euritos al mes. Solo que Cifuentes ya ha anunciado que esta es una de las primeras cosas que se quiere cargar.

No sucederá lo mismo en Castilla y León, claro, donde la Junta sigue haciendo como que hace cosas para acallar la mala imagen que el Consultivo tiene en Zamora, particularmente donde fue ubicado el mamotreto de forzadas funciones para cómodo cementerio de elefantes, cuyo entorno pretenden adornar ahora a base de piedras y restos arqueológicos, en un surrealista afán por justificar lo injustificable. Pero con Herrera como presidente de la región otros cuatro años, y aunque se supone que tenga mayor presión y control por parte del atomizado Parlamento, no hay ningún problema de continuidad. Herrera es el continuismo personificado, en sus políticas, en sus maneras de gobernar y en sus dos décadas presidenciales cuando acabe el nuevo mandato que acaba de comenzar.

Con una Junta en igual línea de continuidad que siempre. De un cargo a otro, el caso es eso: continuar. Apenas hay novedades en sus nombramientos. A la exalcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, la ha hecho vicepresidenta y le ha dado la consejería de? Empleo. Parece, una vez más, como si el reparto de consejerías se hiciese por sorteo. Mantiene, y eso sí que es un acierto, a los dos pesos pesados del Ejecutivo: Pilar del Olmo y De Santiago y Juárez, muy por encima ambos del nivel medio habitual en la Junta. Pero también mantiene al consejero de Sanidad, que Dios nos pille confesados. Y la zamorana Cirac pasa de las Cortes a Cultura. Luego, algunos pocos cargos de estreno, procedentes también de otros puestos políticos, constituyen la novedad. Suerte, que su suerte será la de todos.