A liste, Tábara y Alba tienen pasado, la historia lo demuestra, tienen presente, sus gentes luchan por ello, y debería de tener futuro. Las autoridades y las instituciones tienen ante sí el reto de evitar que nuestra tierra, la Raya, languidezca y pase a dormir el sueño de los justos que, casi siempre, salvo milagros, es el prólogo a la crónica de una muerte anunciada. Está bien ser devotos de la Virgen María y presumir de bastón de mando en las procesiones de las fiestas patronales, allá cada cual. No obstante, los vecinos pero muy en particular los alcaldes, concejales y diputados tienen que darse cuenta de que la única manera de salvar la faena es dar la cara, aún a riesgo de que te la rompan. De niño, ya me decía mi abuela, que el "tío Regalas" se había muerto: el que algo quiere algo le cuesta. El futuro pasa por mantener y mejorar las vías de comunicación, sin carreteras no hay progreso. En respetar y potenciar los servicios, los sanitarios deben ser intocables. Conseguir mejorar la calidad de vida convirtiendo en realidad sueños que ahora parecen imposibles como la cobertura de Internet, televisión, -vemos la de Galicia y no podemos ver la de Castilla y León-, comedores sociales y, lo más importante, volver a generar riqueza y empleo. Pasó el tiempo de las promesas lo que necesitamos es realidades. Renovarse o morir, tan sencillo, como triste.