Una de las primeras decisiones que ha tomado el nuevo alcalde de la capital zamorana, Francisco Guarido, ha sido bajarse el sueldo un 50 por ciento: cobrará poco más de 1.700 euros mensuales, frente a los más de 3.000 que percibía la anterior alcaldesa, la popular Rosa Valdeón. La medida, que honra al nuevo alcalde, no la comparto. En Zamora, como en el resto de Castilla y León y de España, necesitamos alcaldes a tiempo completo que, por su trabajo, tesón y dedicación personal, perciban lo que se merecen. Y la responsabilidad de gestionar los asuntos públicos de una capital, como la zamorana, poco tiene que ver con la de un municipio de 1.000, 2.000 o 10.000 habitantes, localidades donde, en algunos casos, sus alcaldes cobran o han cobrado mucho más que Guarido. Entiendo, sin embargo, las razones que están tras la decisión del nuevo alcalde, un gesto muy significativo de una nueva forma de hacer política.

2. El Gobierno del Partido Popular ha decidido adelantar al mes de julio la segunda rebaja del IRPF, prevista para 2016. Como era previsible, la oposición se ha lanzado a la yugular de Mariano Rajoy, pues considera que es una medida electoralista con la que se pretende comprar el voto de los ciudadanos en las próximas elecciones generales. Ahora bien, un Gobierno está legitimado para tomar las decisiones políticas, económicas o sociales que, según lo previsto en su programa electoral, estime pertinentes. Y la rebaja del IRPF, tras los incrementos de los años anteriores, era algo previsible. Es un gesto con el que el presidente del Gobierno pretende conquistar de nuevo el corazón de la mayoría de los seguidores populares que le han dado la espalda en las últimas elecciones europeas, nacionales o autonómicas. ¿Conseguirá el objetivo previsto? Tengo serias dudas. Aunque no lo parezca, la voluntad de los ciudadanos no se puede comprar con 20, 30 o 40 euros mensuales, que será, como mucho, el impacto que tendrá la medida de Rajoy en el bolsillo de los sufridos contribuyentes.

3. La decisión de la Dirección General de Tráfico de publicar la ubicación de los radares móviles en las carreteras es acertada. Cuanta más información tengamos los conductores para mejorar nuestros hábitos de conducción, mejor. Y si la medida puede contribuir a que desciendan las víctimas mortales en accidentes de tráfico, nadie debería protestar. Ahora bien, como nunca llueve a gusto de todos, algunas voces ven en el gesto de los responsables de tráfico un afán recaudatorio: si se incrementa el parque de radares, aunque sean visibles, lo que se consigue es aumentar también la recaudación, como está sucediendo durante los últimos años. Yo, sin embargo, veo con buenos ojos la instalación de radares móviles o fijos en las carreteras españolas y que, como ejemplo de transparencia, sean conocidos por los conductores. Si todos respetáramos las normas de circulación, no serían necesarios instrumentos de control, como los radares. Pero como no siempre se respetan, no hay más remedio que utilizarlos. Por tanto, bienvenidos sean, sobre todo si con ellos se consigue mejorar la vida de los ciudadanos.