No, no se preocupen. No voy a hablar de política internacional. Soy de pueblo, de provincias y a mucha honra. Podría titular "¡Viva Zamora!" y escribiría exactamente lo mismo. Porque de lo que quiero hablar, una vez más, es de la eterna lucha de David contra Goliat, del pequeño contra el gigante, del débil contra el fuerte. Siempre se ha dicho de los gobernantes, no sé si recuerdan, que son muy duros con el de abajo pero muy blanditos con el de arriba. Lo fue sin discusión alguna Aznar, el peor presidente que hemos conocido, desde cualquier punto de vista. Pero Felipe González, tras unos inicios prometedores, se pasó al "lado oscuro" de las fuerzas financieras, y ahí sigue, convertido en uno más de los de arriba para escándalo de quienes lo apoyaron en su día de buena fe. Tampoco es fácil de olvidar, por lo simbólica, aquella estampa de Zapatero yendo a visitar al banquero Botín en su "ciudad financiera", aceptando un papel de invitado insignificante frente al verdadero poder. De Rajoy no diré nada para no empezar con exceso de depresión.

Esa sumisión sistemática de la política ante el poder empresarial la percibimos cada día los de abajo. Por ejemplo, cuando nos vemos indefensos ante los monstruos telefónicos o eléctricos. ¿Por qué creen que pagamos una de las electricidades más caras del mundo? ¿Por qué creen que nuestros servicios telefónicos son de los peores pero de los más costosos de nuestro entorno? Porque los políticos, en vez de trabajar para nosotros, trabajan para las grandes corporaciones del dinero y el poder empresarial. Obviamente, a cambio de recompensas: véase la corrupción sistemática del PP en su financiación interna, véase la desvergonzada forma en que los dirigentes de los dos grandes partidos se van a los consejos de administración de esas mismas empresas, en cuanto la teta política no da más de sí. Al contrario de lo que deberían, los Gobiernos no se dedican a defendernos de los poderosos, sino a defender a éstos frente a nuestra obsesión, oye, por comer todos los días, tener techo y tratar de sobrevivir.

En la realidad política actual no solo se acepta la ley de la selva y se nos asegura que lo mejor para todos es que el león imponga sus reglas, "porque es el que sabe crear riqueza". Además, por si las gacelas se atreven a protestar, los gobiernos se encargan de aprobar "leyes mordaza" o de maniatar a los más débiles para que los fuertes puedan dedicarse sin traba alguna a lo que "mejor saber hacer": acumular riqueza mientras la inmensa mayoría se hunde en la miseria. Y eso pasa, como digo, a todas las escalas. Vivimos tiempos miserables en los que la ley del más fuerte es la única ley en vigor y en los que se encarcela, persigue o anula a quienes pretendan alzarse contra ella. Zamora está en las últimas porque sigue en manos de los más fuertes, que son también los que carecen de escrúpulos o ética; véase, como botón de muestra, esa "nueva" Diputación, tan terriblemente vieja y carente de capacidad. Pobres pueblos. O véanse esos patéticos debates de investidura en las Cortes de Castilla y León, en los que solo los peores van a cortar el bacalao y seguirán poniendo a disposición de las grandes tramas empresariales el poco nervio vital que queda en la región. Pobres de nosotros.

En ese contexto general es en el que grito "¡Viva Grecia!". Un país pequeño, ínfimo, arruinado, en el que la gente pasa hambre y necesidad, intentando rebelarse contra la impresentable Alemania (nada de Unión Europea: es una unión alemana en la que solo ese país manda y los demás, con el nuestro a la cabeza, asienten con humillación). Y contra el infame Fondo Monetario Internacional, que por algo suele elegir delincuentes para dirigirlo: Rato, Strauss-Khan, Lagarde? La deuda de los países es una estafa colosal, sin lógica alguna; un robo a lo bestia orquestado por los leones de la selva económica mundial. No se engañen, la de España es mucho mayor y no menos impagable que la de Grecia. Por eso, por patriotismo, doy vivas a Grecia. Pues si en este combate desigual e injusto pierde Grecia, perderá España, y no digamos la desvitalizada Castilla y León, y no digamos Zamora.

Estamos siempre, en fin, en el combate de David contra Goliat. A ver si espabilamos y dejamos de apoyar al gigante que nos aplasta, alegando eso tan nuestro de "mejor estar con el fuerte, oye, no vaya a ser que nos coja ojeriza". El gigante nos aplastará siempre, aunque lo apoyemos, porque ni nos ve. Nuestro campo es el de David. Así que Viva Grecia, Viva Zamora y Viva Usted o Tú.

(*) Secretario General

de Podemos Zamora.