Han sido terribles, dolorosos, salvajes y sangrientos los atentados con los que el "Daesh" ha celebrado el aniversario de la fundación de su califato. Una amenaza también alarmante en España, con una creciente presencia salafista que se traduce en 250 mezquitas radicales, financiadas por empresarios de Qatar solo en Cataluña. No creo que al concejal de Podemos, Guillermo Zapata, se le ocurra hacer ningún macabro comentario sobre los turistas asesinados en Túnez o sobre el empresario francés decapitado en Lyon.

Denigrar a las víctimas del terrorismo se castiga con penas de dos a siete años en Francia y Alemania, donde las víctimas son sagradas. Igualico que en España. En el Reino Unido, difundir mensajes denigrantes a víctimas del terrorismo se sanciona con multa económica, a través de una acción por "pérdida de reputación". En España son tantos los miramientos hacia hijos de vecino como Zapata, que desde que el Juzgado ensilla hasta que el juez monta, pueden pasar años. Con una consecuencia clara, esta gente se cree impune cuando en realidad la Ley dice lo contrario.

A eso es a lo que están acostumbrados todos cuantos, a lo largo de los años, se han tomado a chanza los asesinatos de ETA. Las gentes de Podemos, con su líder a la cabeza, prefieren salvaguardar la vida de un etarra con delitos de sangre, antes que homenajear a una víctima. El reciente homenaje que se ha tributado a las víctimas en el Congreso de los Diputados puede ser el último que se realice a las víctimas de ETA como esta gente entre a saco en las dos Cámaras.

En Francia, país en absoluto sospechoso de ausencia de democracia a diferencia de Venezuela, los comentarios denigrantes a las víctimas no se toleran, se castigan contundentemente. Allí, ningún Zapata por muy emergente que sea, podría haber insultado a Irene Villa de la forma que lo hizo este impresentable al que Manuela Carmena se resiste a poner fuera de juego, con la inestimable complicidad del socialista Carmona.

Bajo ningún concepto puede tener menor reproche penal y moral el que insulta con respecto al que aprieta el gatillo o pone la bomba. No se pueden consentir las constantes humillaciones a las víctimas del terrorismo, cualquier clase de terrorismo, a través de los medios de comunicación o de las redes sociales. Lo que hizo Zapata ni fue una broma ni producto de su "juventud", como se intenta justificar desde las filas del partido del círculo. Como tampoco fue una broma, dada la furibundia empleada, el asalto de la portavoz de Carmena a la capilla de la Complutense, gritando lo que gritaba. Okupas, asaltacapillas semidesnudas, gentes como Zapata que se ríen de las víctimas del terrorismo etarra o hacen comentarios o como el exconcejal de IU que ahora ocupa un puesto relevante y que pidió en Twitter que empalasen a Toni Cantó, deberían haber sido procesados y castigados por la Justicia hace tiempo.