El festejar el 1 de mayo, Día del Trabajo, en este país con casi cinco millones de parados, es un chiste de humor negro.

Me recuerda aquellas paradas de folclorismo y de gimnasia rítmica que llenaban el Bernabéu con la asistencia del generalísimo y toda su cohorte. De nuevo, ahora como siempre, se vienen repitiendo aquellas palabras amargas y despectivas que Juvenal lanzaba a los romanos de la decadencia, para quienes el pan y el circo con sus gladiadores y fieras, colmaban toda su felicidad: "Pane et cirqueses".

Crisis? What Crisis?, dice el hombre sentado bajo una sombrilla ausente a todo el caos que le rodea, en la portada soberbia del álbum que ideó Davies para el grupo británico de los Supertramp.

Y eso mismo podríamos exclamar nosotros viendo el desfiladero de hormigas que sale de las ciudades en busca de las playas y de los montes.

Claro que si nos detenemos a pensar llegaremos a la conclusión de que la crisis está instalada donde siempre ha estado. Una crisis crónica que afecta a los más desamparados, a los sin techo y a los parados de larga duración.

Y aceptamos el término de larga duración como se acepta la gripe o cáncer, males que existen desde siempre y a los que nos hemos de acostumbrar porque convivirán entre nosotros imperecederos.

Desde que alguna o algún visionario dijera o viera aquellos brotes verdes, hasta el día de hoy, han pasado muchos años. No sé si fue el ideólogo alemán Arthur Schopenhauer, el que dijo aquello de que, "el amor es como las apariciones, que todo el mundo habla de ellas y nadie las ha visto". Pues eso, los brotes verdes, la niña de Rajoy, las sucesivas recuperaciones de los Montoros y de las Sorayas. El aplauso de frau Merkel, que lentamente vacía nuestras arcas, lo mismo que nosotros de niños vaciábamos las huchas ayudados de una aguja de ganchillo y nos llama buenos chicos porque hemos sabido hacer sus deberes.

Me imagino a Rato pregonando desde su "chabolo" a la Pantoja, ¿cómo llevas lo tuyo? Lo mío en Suiza, ¿lo tuyo? A ti te lo voy a decir.

También el filósofo tras su aproximación al pensamiento oriental dejó escrito: "Ni el mundo es un artilugio para nuestro uso, ni los animales son un producto de fábrica para nuestra utilidad". Tómese aquí el concepto de animal, como animal pensante implume.

El único que veía cada día crecer los tallos verdes era Felipe González que se rodeó de bonsáis, un mundo enano que se puede manipular fácilmente.

El día Primero de Mayo, es la fiesta mundial en la que se reivindica el derecho al trabajo, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero. Es un homenaje a los mártires sindicalistas de Chicago ejecutados. "Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden", decía la proclama que invitaba a la huelga general.

No sé si lo del vino sería verdad, como los chocolates con picatostes que decían se tomaba Franco mientras firmaba las sentencias de muerte.

Lo de siempre: el muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Ya, en plena dictadura de Primo de Rivera, se habían prohibido todas las manifestaciones públicas, por lo que nunca se celebró el Día del Trabajo. Durante la República (1931/36) esta conmemoración quedó relegada a Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y demás ciudades principales de España.

Franco la prohibió definitivamente por considerar que eran movimientos subversivos y desde 1938, pasó a ser el 18 de julio la Fiesta de Exaltación al Trabajo beneficiándola con una paga extraordinaria, la paga del 18 de julio.

Una fiesta que, como dije al principio, no era más que una parada de armonía, de colorismo, de cánticos, en la que participaban los grupos de Sección Femenina, con sus bailes regionales, el Frente de Juventudes, las estudiadas filigranas de gimnastas y la suelta de palomas que nunca vieron ni fueron mensajeras de la paz. Pero allí estaban todos para rubricar con su presencia la prosperidad de un país que, como el sol, empezaba a amanecer.

Crisis? What Crisis?

Dentro de unos días se plantará, a lo largo de toda la piel de toro, la carpa de otro circo, el de las elecciones; que bien podrían llamarse el circo de las erecciones que culminarán en un orgasmo colectivo en el que nadie pierde, nadie se da por derrotado. Se guardan, se enmudecen, se esconden a los sinvergüenzas, a los Chaves, los Blesas, los Ratos, los Barcenas, los Pujols. Se tapan las cuentas corrientes, los ERE, los sobresueldos, Bankia, Banca Catalana, la corrupción sindical.

Dirán que son garbanzos negros o lentejas guaras, quistes o forúnculos que brotan porque los partidos políticos son organismos vivos expuestos también a ser atacados por los virus de la gripe nacional.

¿Cómo poder acabar con la corrupción cuando ésta se ha instalado en nosotros mismos cuando aceptamos sus excusas como un mal menor?

Miedo me dan los salvadores de la patria que llegan con el cuerno de la abundancia dispuestos a repartirlo entre la ciudadanía. Los antisistema, capaces de hacer volar todo y que, si nos detenemos a pensarlo, puede que hasta lleven razón; que sea necesaria una cirugía a fondo, seguir el ejemplo de aquel caballero leal, Alonso Pimentel, quinto conde de Benavente, quien tuvo la entereza y la gallardía de reducir a cenizas su palacio de Toledo después de albergar en él, por orden del rey, al duque de Borbón tras su felonía:

"Y en cuanto deje él mi casa

Antes de tornar yo a ella,

Purificaré con fuego

Sus paredes y sus puertas".

El honorable Tarradellas, dijo que este país necesitaba un golpe de timón. Y ese golpe de timón nos llevó a un 23-F.

Pero no es necesario hacer el cambio de rumbo a la violenta. Mientras sigamos pensando desde la derrota, desde la desidia y conformados en que este país no tiene remedio y nos entreguemos al "dolce far niente", todo seguirá igual.

Mientras vayamos a votar con la nariz tapada o mirando a otro lado al depositar nuestro voto en la urna, y nos conformemos con el engaño que nos ofrecen envuelto en las promesas estúpidas, nada o muy poco cambiará de este paisaje desolado.

De nuevo el quítate tú que me pongo yo.

Lo dicho: Crisis? What Crisis?