Decimos que las cosas cambian muy deprisa, pero la mayor parte de las veces no nos molestamos en explicar estos cambios a los más mayores, o a los que no teniendo tantos años viven un poco apartados del barullo. Por mi parte, voy a intentar poner remedio a esta falta en un tema que nos interesa a todos: los bancos.

Si hablásemos de bares, todo el mundo lo entendería. El tabernero quiere que vayas a su local para que le dejes ganancia. Es evidente, ¿no? ¿Qué pensaría de nosotros el del bar si entrásemos todos los días a leer el periódico, a usar el cuarto de baño y a usar los palillos sin consumir nada? Pues que ojalá marchásemos de allí cuanto antes. Y eso les pasa a los bancos.

Porque el dinero que tenemos en las cartillas de ahorro ni lo quieren ni les sirve para nada. Y eso es lo que la gente no comprende. ¿Cuánto nos pagan de intereses por ese dinero? Nada y menos. Y esta vez no es un dicho, sino que va en serio: nos pagan menos que nada porque a fin de año los intereses son menores que las comisiones de mantenimiento. ¿Y cómo es posible eso? Porque el Banco Central Europeo les presta el dinero, todo el que quieran, al cero por ciento de interés. Así que a ver, seriedad: si los bancos pueden conseguir el dinero que les dé al gana al cero por ciento de interés, ¿para qué quieren el nuestro? ¿Para que les demos la murga por diez céntimos de una comisión y tener que mandarnos una carta?

Para los bancos solo somos clientes si gastamos y les dejamos ganancia. ¿Tiene usted tarjeta? Pase. ¿Gasta dinero con la tarjeta? Bienvenido. ¿Contrata un seguro con nosotros? Buenas tardes. ¿Tiene con nosotros un préstamos o una hipoteca? Nos alegramos de verle. ¿Es usted el típico paisano que tiene aquí los ahorros, viene a actualizar la cartilla, no quiere que le cobren comisiones, no tiene tarjeta, ni seguro, ni debe un duro a nadie, ni hace más movimientos que el ingreso de la pensión? Marche a tomar por saco de aquí con viento fresco, que estamos para ganar dinero y no para poner a un empleado que le atienda a usted por la cara, a cambio de nada. No te lo dicen, de momento, pero cada día te lo hacen ver más claro.

Las cosas han cambiado. Tener dinero ya no es ser un buen cliente. La cosa es gastarlo. La cosa es darlo a ganar. Como en el bar. Como en el pescadero...

La alternativa, por supuesto, es tener el dinero debajo de la teja. Una alternativa no tan mala, por cierto, teniendo en cuenta la nueva normativa. Pero ya hablaremos de eso...