Hemos seguido con mucho interés e intensidad la campaña electoral y el escrutinio de las elecciones en Andalucía, conscientes de que sus resultados y consecuencias tendrán más trascendencia que la que se corresponde a un determinado territorio, aunque este fuera la comunidad más poblada de España. Los resultados son conocidos y ofrecen una clara victoria del PSOE. Es cierto que el escenario político está más fragmentado, de manera que de tres fuerzas políticas en el Parlamento regional, se pasa a cinco. Esto es lo que han querido los ciudadanos democráticamente.

Probablemente los resultados no complacen plenamente a ningún partido. Lógicamente a unos más que a otros. Pues unos son claramente perdedores.

De todas las elecciones democráticas conviene sacar alguna enseñanza y no solamente los partidos políticos y sus analistas. También los ciudadanos de a pie. Es decir, que los ruidos que se producen en torno a las campañas electorales con los medios de comunicación como agentes interesados y sus tertulianos, no siempre aciertan ni consiguen sus objetivos. Por encima está la voluntad y la soberanía popular.

También sería necesario tomar nota para adecuar la utilización, cuasi coactiva y exagerada, de los medios y personajes públicos en la propia campaña. Entre otras cosas porque los ciudadanos son más maduros políticamente de lo que a algunos les parece. Pondré algunos ejemplos: La presencia intensiva del presidente del Gobierno, que viajó a Andalucía en más ocasiones que durante toda la legislatura, y gran parte de los ministros; así como las declaraciones y promesas desafortunadas, no parece hayan favorecido los pretendidos resultados electorales y es posible que oscurecieran, con su sombra y tutelaje a los verdaderos candidatos, en este caso al señor Moreno Bonilla. Como consecuencia y derivación inevitable es que haya perdido Mariano Rajoy.

En otro orden de cosas y referido a las próximas elecciones municipales y autonómicas en nuestra comunidad, deberíamos sacar buen provecho de las lecciones aprendidas. Sin embargo ya estamos observando cómo los ministros de España están aterrizando en todos los territorios de Castilla y León, para mostrarnos y vendernos los ¿beneficios? que los ciudadanos pretendidamente hayan recibido del Gobierno. Lo que bien pudiera ocurrir es que sirva para todo lo contrario, para una dura crítica, depende de en qué situación se encuentren las ciudades, los pueblos, las comarcas y su creciente despoblación. O las familias con dificultades, o los jóvenes en paro insoportable y en la emigración.

Esta presencia forzada y abusiva de ministros y consejeros debería facilitar la reflexión en relación al funcionamiento de la sanidad pública, o quizá la educación pública con los nuevos planes universitarios. Pero sobre todo cómo se está provocando la creciente desigualdad y la falta de medidas que palíen una situación intolerable.

Todos tenemos que asumir y cuidar las formas, que en democracia son el fondo. Para que así sea hay que respetar las reglas del juego, que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir, sabiendo como sabemos que la democracia es frágil y por lo tanto hay que cuidarla todos los días. Lo contrario es tosquedad, insulto, provocación y dictadura. Cercano al totalitarismo y en la práctica a la actuación como partido único.

Aunque un socialista, por demócrata, tiene que aceptar y asumir los buenos y malos resultados electorales, quiero manifestar con satisfacción y sin arrogancia que el triunfo del Partido Socialista Obrero Español en Andalucía, además de animar a muchos socialistas en Castilla y León y en España, está ayudando a crear un nuevo clima en los estados de ánimo en general, en la medida que el conjunto de la sociedad ha podido comprobar que el socialismo democrático (o la socialdemocracia) en España sigue viva como garantía de estabilidad política y para cuando los ciudadanos quieran dispuestos a gobernar, con solvencia y eficacia, en las instituciones.

Por supuesto que este nuevo estado de ánimo se refleja en los militantes, pero también en los simpatizantes y en general en la ciudadanía. De algunos hemos recibido parabienes que nos congratulan y nos obligan. Otros están dispuestos a dar un paso y comprometerse en las listas y candidaturas socialistas. Y es que en un partido con tanto bagaje histórico y con tantas responsabilidades y futuro político también los estados de ánimo son importantes y necesarios.

En un año plenamente electoral, hemos asistido a la primera convocatoria de cinco, es necesario que todos los ciudadanos, especialmente los responsables políticos, realicemos un esfuerzo por recuperar el prestigio de la política y de la democracia en el sentido más profundo y noble, con los comportamientos y compromisos que permitan la lucha contra la corrupción, poner a nuestro país en la senda del desarrollo y la lucha contra las desigualdades. Ha llegado la hora de hacer una política de Estado y pensar más que en los resultados electorales, en los jóvenes y nuevos ciudadanos.