Estoy sentado a la vera de la señora Catedral, una señora muy mayor, setecientos años más o menos, muy bien llevados y con la cabeza muy clara, por lo que la conversación con ella es fácil y además como está puesta al día, no se asusta por las preguntas comprometedoras que le pueda hacer.

-Dígame, señá Catedral: ¿Qué le parece la nueva vecina que le han puesto ahí enfrente mismo?

Contesta la pluricentenaria:

-Pues mire como con cualquier vecino que se venga a vivir por este barrio, mientras me guarde el debido respeto, yo haré lo mismo con él.

-Y qué le parece el atuendo exterior que le han puesto, que parece que lo haya fabricado el mismo que lo hizo para usted.

-Pues sí, es un detalle que no me ha gustado. ¡Pues anda que no tuvieron que trabajar en aquellos tiempos para rematar un vestido tan complicado! Y además yo pienso que el vestido de mi vecina tiene trampa.

-¿Pero por qué dice eso?

-Pues porque es lo que pasa a los nuevos ricos que imitan a los que somos de rancio linaje y pagan lo que no pueden, solo por el demonio de la apariencia. Aquí lo que tenemos lo mostramos tal cual, no tenemos que ocultar nada. Y si me tira de la lengua le diré que la vecina sí tiene motivos para ocultar cosas que van en contra de la moral y buenas costumbres.

-Dígamelo por favor.

-Pues mire, yo no lo he visto, pero aquí se habla todo y se conoce en pocos días el paño que se vende y el que se guarda. En primer lugar, a poco que entre en la intimidad de la vecina, notará que tiene una cualidad muy fea, y como mujer debía de cuidar más, y es que se la ve todo, y eso no está bien visto por la Ley de Dios y por el recato que indican los Santos Padres. Como está todo a la vista, a esta señora no le importa un comino la ropa interior, hasta tal punto que yo creo que va por su casa como Dios la trajo al mundo. No sé qué hará cuando tenga visitas. Yo, a las visitas, si las veo con mala presencia, no las dejo pasar al interior. Si te empinas un poco por encima de la tapia, la ves tan contenta como si nada. Alguien que ha entrado en la finca ha prometido darme más información. Se corre la voz de que en vez de sostén lleva un sistema de varillas del 12 que aguanta el vuelo de las pechinas. Así que todo son ventajas con la tapia, que la debían haber hecho un poco más alta, porque con el panorama actual se puede perjudicar la atención de los fieles que vienen a visitarme, y mismamente los cofrades que pasan por Semana Santa. Incluso por la vista que pueden tener las figuras de los pasos, unos por santos y otros por evitarles la provocación de esta gente moderna. Ahora bien, no todo son ventajas en las tapias, porque ¿ha visto cómo ha quedado la calle de Obispo Manso? que da miedo de solitaria que está... Y que los balcones y ventanas de los vecinos que abren a la calle ahora solo tienen tapia delante. Para esta canción, la próxima casa que la hagan sin ventanas y así todo quedará más igual de estética. Yo, de momento, me retiro adentro, que sabe Dios lo que estará remejiendo ese chiquillo que ha entrado de monaguillo y que se ha estrenado ayer.