Parece un título pertinente si tratamos de intentar una reivindicación de la ciudad a partir de la carga de su pasado. Pero sirva una aclaración que desvela su carácter parcial ante el riesgo de no encontrar eco entre la ciudadanía. Así que, con todos los respetos a las fuerzas dominantes de la ciudad, tratamos de abrir un hueco de respiro al compacto discurso del beneficio-ganancia y poder otear otros horizontes que hagan una ciudad más reconocible, espejo de las virtudes de justicia y de solidaridad.

El presente no puede ser más descorazonador: las nuevas extensiones de esta ciudad parecen desarticuladas de la ciudad consolidada del pasado y ambas reflejan, con sus matices propios, el decaimiento social y económico de ambos sectores de la ciudad. Con el factor añadido de que la expansión de una crece en detrimento de la otra, la ciudad antigua cada vez más despoblada, sin actividades productivas. Y un patrimonio inmobiliario envejecido.

Así que con este panorama, pensamos que el proceso no parará y seguirán creciendo las calificaciones de suelo edificable de la ciudad, mientras que la ciudad histórica seguirá vaciándose inmersa en una calma fantasmal.

Ahora el crecimiento frenético de estos pasados años languidece, así que el "lobby" inmobiliario es seguro que esté esperando tiempos mejores. De momento, han propiciado un Plan que les asegura el diseño de una ciudad hecho a la medida de sus pretensiones. Y no hay piedad para lo que no entra dentro de sus cálculos. En tal caso, como paño de consolación buenas promesas y operaciones de imagen como la construcción de edificios para instituciones de peregrino programa, pero avaladas por proyectos de profesionales de prestigio.

Frente a esta realidad economicista que orienta a un modelo de ciudad, que no reconocemos porque aquí todo nos llega como dádiva desde lo más alto, no se han parado a pensar en qué tipo de ciudad nos van a dejar de herencia. Aquí los Planes están a lo suyo, a repartir el bollo del aprovechamiento edificatorio, para dejar a todos los propietarios de suelo tan contentos. Los demás temas, como los programas que desarrollen los equipamientos sociales, las unidades de actuación para sacar del atolladero a zonas estratégicas, que tienen una soga corrediza al cuello ante las demandas de su futuro. O de rehuir de temas de detalle, como las conexiones con las tramas de ciudad existentes, o de los problemas generales que plantean las tramas de edificación para solucionar su integración con el medio geográfico.

No podemos parar esta inercia reguladora de la ciudad, basada en el beneficio de unos inversores, y que se ha convertido en el autor y actor protagonista de este auto dramático que marca la vida de todos los ciudadanos.

En esta situación, apelamos a la memoria. Porque solo esta tiene en su seno las energías y los recursos para iluminar un presente incapaz de ofrecer el marco de convivencia, que le dé a los ciudadanos el sentido de pertenencia a su ciudad. Es una cuestión de recuperar una fe perdida, que disfrutamos los que nos criamos en la vieja ciudad. ¿No es ya hora de crear una doctrina que sea producto de la reflexión hecha por los propios ciudadanos sobre cómo se dieron forma y estructura, de las cuales se fue sustanciando la ciudad? Necesitamos un conocimiento que sea resultado de un enfoque histórico comprometido con los problemas del presente. Es decir, un conocimiento que interprete los fenómenos históricos que están en la base de los cambios y directrices de la ciudad, pero matizado por las discusiones para crear movimientos de opinión entre los grupos y asociaciones de ciudadanos. Nos dieron desde párvulos los pormenores de las luchas y batallas, de los tratados, de los hombres de la guerra y del espíritu, pero nunca nos acercaron al detalle de la vida cotidiana y de la organización de los espacios sobre los que se desarrollaría la convivencia.

Necesitamos las opiniones de profesionales que nos acerquen a estos factores que han quedado enterrados entre incontables datos de la memoria que componen la realidad.

Los que somos de avanzada edad, nos acercamos a los datos del pasado, y deducimos razones que en su momento no estaban a nuestro alcance. Yo solo adelanto cabos sueltos, que aporten conocimientos, descubran estrategias y pasos en falso, y se propicien nuevos materiales para empezar a construir la trama de una ciudad mejor. Esperemos que todos se animen para participar en esta tarea común.