Benavente, famosa por tantas cosas, puede pasar ahora a la historia por ser la primera ciudad donde un alcalde pleitea contra sí mismo. Saturnino contra Mañanes; Satur contra Nino; Ma contra Ñanes, en fin que la guerra interna lleva camino de convertirse en esquizofrenia individual, en locura partidista, en embrollo municipal. Sociólogos, politólogos y hasta adivinos y nigromantes estudian un fenómeno sin parangón en el orbe conocido, en las numerosas galaxias e, incluso, en ese cometa en el que se ha posado un artilugio que, lo mismo que los caracoles, solo funciona con el sol. ¿Cómo hacérselo entender al respetable? No es fácil, aunque el PP, al que pertenece don Saturnino, ya ha encontrado una solución muy acorde con los tiempos que corren: el señor Mañanes es alcalde para todas las cosas? menos para una, la de su ilegal "casita de labor". O sea, que es como una península que, según decía la Enciclopedia Álvarez, es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes menos por una, llamada istmo, que la une al continente. De modo que, metafóricamente hablando, Saturnino Mañanes es una península tal que Iberia, Jutlandia, Yucatán o Normandía.

-¿Y qué hace una península dirigiendo a tiempo parcial una población tan importante como Benavente?, se pregunta, circunspecto él, don Idolfino.

-Eso mismo me pregunto yo, corrobora don Hortilo.

El lío tiene bemoles. Resulta que don Saturnino (o su esposa, o ambos) se hizo un chamizo con cuatro tablones y tres uralitas para meter aperos, pero, misteriosamente, la chabola fue creciendo, creciendo, creciendo y se transformó en un chalé con su pórtico, su saloncito, sus habitaciones, su camisita y su canesú. Culpa de los "poyaques", dijeron los dueños. O sea, "po ya que estamos, hacemos un cuarto de baño; po ya que estamos, hacernos un par de salas, po ya que estamos, hacemos unos dormitorios", cositas de poco, minucias. Pero alguien dio el queo, se investigó el asunto y se comprobó que la obra era ilegal. Sin embargo, don Nino y señora no se dieron por vencidos y se metieron en zarandajas jurídicas con la esperanza de que, como ha pasado tantas veces en esta provincia con las irregularidades de los que mandan, pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada. Pidieron la legalización del edificio al propio Consistorio que dirigía, y dirige, don Satur. Y fue el equipo de Gobierno, que presiden don Niño y el señor Mañanes, quien decidió que no se podía legalizar la "casita de labranza".

-Y ahora viene lo bueno, don Hortilo; Mañanes y señora o su señora y Mañanes, que tienen régimen de gananciales, han decidido recurrir al contencioso-administrativo el acuerdo del equipo de Gobierno de Benavente que declara ilegalizable el chalé. O sea, que el alcalde apela contra su propio acuerdo.

-¿Y no se han vuelto locos con tanto galimatías, don Idolfino?

-Están en ello.

Y para rematar la jugada, el PP hace el truco del almendruco y quiere hacernos creer que pueden correr dos atletas por tres calles. Los concejales populares le dan un serretazo a don Nino en el follón de la casita, pero le dejan de alcalde para todo lo demás. Dice Juan Dúo, primer teniente de alcalde y presidente del PP benaventano, que así velan por el interés general, por la igualdad y por la ausencia de privilegios. Mira qué bien. Claro que, en este caso, apellidarse Dúo viene como anillo al dedo porque todo es dual: se es alcalde pero no se es; se le aparta de las funciones pero solo un poquito; se le mantiene en el cargo pero únicamente unos meses; en fin?

¿Y, mientras tanto, qué hace don Saturnino además de pelearse con el señor Mañanes? Vaya usted a saber, aunque bien podría ser que esté lamentando no haber hecho una obra subterránea. Si hubiera construido una casita bajo tierra, un búnker acorde con su puesto, quizás a estas alturas no estaría enfrentándose a un problema tan morrocotudo. Y podría decir: ¿Chalé, qué chalé?, pero si no se ve nada, si no hay pruebas. Eso han hecho, y hacen, políticos de mayor tronío y ahí siguen; a mí que me registren. Pero don Niño pecó de pardillo y ahora anda metido en una encrucijada vital: reñir contra sí mismo sin saber a quién apoyar si a su equipo de Gobierno o a su señora.

-¿Y si trasladara piedra a piedra su chalé ilegal a los Cuestos de la Mota y así mataba dos pájaros de un tiro además de ver cumplido otro sueño?; total ya metidos en gastos, ironiza don Hortilo.

- Y que la pasarela llegue hasta el vestíbulo, como en los antiguos palacios de los marquesones, que podían andar por sus dominios sin pisar la calle y sin que les viera la plebe, apostilla don Idolfino.

-Todo se andará, no crea usted.