Hoy es el último domingo del año litúrgico, la solemnidad de Cristo, Rey del universo. Del evangelio nos pueden llamar la atención estas palabras de Cristo: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis". Cristo muestra claramente que Él está en los hambrientos, en los sedientos, en los extranjeros y marginados, en los desnudos, en los enfermos o en los presos. Son la viva imagen de Cristo. ¿Un pobre sin asear es la representación más fiel de Jesucristo? Así es. Y no porque lo diga el papa Francisco, el obispo, los curas o los coordinadores de Cáritas. Lo dice el mismo Jesucristo. "En todos ellos estoy yo para ti".

"Ah, entonces con dedicarse a la caridad, a la atención, promoción, acompañamiento y ayuda de estas personas es suficiente", podríamos afirmar. Nada de ir a la iglesia, nada de ir a misa, nada de rezar, nada de procesiones, nada de actos de culto, nada de leer la Palabra de Dios, nada celebraciones religiosas, nada de nada, nada de fe. Solo hay que estar con los pobres, con los enfermos, con los marginados, con los excluidos, con los que no cuentan para nadie, con los que le ha sido arrebata su dignidad. Y con esto ya lo tenemos todo hecho. Interpretación errónea, inválida y sesgada de la Palabra del Señor. Nos dice que hemos de verlo a Él en estas personas, en cada persona. Tienes que descubrir que lo que haces por ellos nace de la fe en Jesucristo, transmitida, vivida y celebrada en la comunidad de bautizados, en la Iglesia. Por eso necesitas la fe. Necesitas alimentar tu fe para que seas capaz de incluirte en los que reconocen que el Señor está especialmente en aquellos que sufren en nuestra sociedad.

Hay muchas ONG con sus cooperantes a lo largo del mundo. Cuando hay un conflicto, un peligro real para sus vidas abandonan esos lugares. Otros no se van, los que además de ayudar al desarrollo de toda esta gente tienen la "obligación" de dar su vida por ellos. Son los misioneros, los que están ahí por la fe. A Cristo no se le deja solo y abandonado, eso ya lo hicieron los apóstoles la noche del primer Jueves Santo. He aquí la diferencia. Solo serás capaz de entregar tu vida por ellos si estás seguro de que es al mismo Cristo al que te entregas. Y eso desde la vivencia de tu identidad cristiana, en la Iglesia. Sin fe, sin Iglesia, sin los sacramentos por los que te llega el amor y la gracia del Señor serás solo alguien compasivo que ayuda a los demás. Pero Jesucristo te pide que des otro paso. Te pide que lo veas a Él. ¿No quieres conocerlo, saber quién es y dónde está? Ahí lo tienes, muy cerca de ti. Acude a Él. Acude a la Iglesia, ella te lo mostrará y lo verás con los ojos de la fe. Te sentirás amado intensamente por Él.