Nada, o poco, muy poco, de lo esperado, o de lo que cabía esperar, tuvo lugar estos últimos días, pese a la gran cantidad de asuntos pendientes que vive un país en agudizada zozobra. Lo primero, lo del 9N de Cataluña que una semana después de celebrado sigue sin obtener respuesta que se sepa por parte del Gobierno y de la Fiscalía del Estado, mientras los independentistas, naturalmente, siguen sacando pecho al considerarse rotundos vencedores del desafío y fijan plazos en su marcha triunfal para la secesión, pese a que los que dieron el sí a la independencia en el simulacro no llegan siquiera al 25 por ciento de los habitantes de aquella región española.

Pero tuvieron que pasar tres días, tres, para que el presidente Rajoy, presionado por su entorno y sin ningún entusiasmo compareciera públicamente a dar una explicación o por lo menos a decir algo. Claro que no dijo nada nuevo, nada que no se supiese y que no fuese obvio. Que la consulta fue una farsa, que el Gobierno nunca se prestará a que haya un referéndum oficial, y que sigue abierto al diálogo. Ni siquiera hubo variaciones sobre el mismo tema. Para tal viaje no se necesitaba ninguna alforja, aunque no se va a descubrir a Rajoy a estas alturas. Como será la cosa, que ni siquiera la Fiscalía parece obedecer al pie de la letra al Ejecutivo en este endemoniado problema.

Tampoco en el otro tema pendiente, el de la imputación confirmada, se siente o no en el banquillo de los acusados, de la infanta Cristina, ha habido novedad alguna, al menos en cuanto a lo que podía esperarse: la renuncia de la hermana del rey a la línea dinástica, aunque según se cuenta el mismo monarca está presionando en este sentido. Pero aquí nadie quiere renunciar a ninguno de sus privilegios, que consideran derechos, incluso los parlamentarios con los viajes gratis total sin justificación, una vergüenza más de las muchas que estamos pagando los españoles y a la que hay que poner fin. Como una vergüenza es que Urdangarín, el advenedizo que sigue hundiendo la imagen de la Familia Real, siga viajando en coche escoltado por la Guardia Civil y usando la sala de autoridades en los aeropuertos.

Se cumplió lo previsto en cuanto a Podemos, que empieza a adquirir formas y hábitos de la casta a la que quiere asaltar y sustituir y que tantos adeptos está conquistando. Pese a las disensiones internas de las diversas corrientes que integran la formación, Pablo Iglesias ha sido aclamado como primer secretario general del partido, siguiendo al frente de Podemos. Inesperado, en cambio, ha sido el "show" montado por la sin par Esperanza Aguirre en su cargo de presidenta del PP de Madrid, que convocó, en contra del criterio de su sucesor al frente de la comunidad autónoma de Madrid, Ignacio González, una especie de exámenes abiertos y hasta televisados con los concejales que iban a sustituir a los cuatro alcaldes detenidos en la Operación Púnica. Les preguntaron cosas como si habían cobrado alguna vez en dinero negro, si tenían cuentas en Suiza, si su trayectoria personal y profesional era impoluta, y así. De risa si no fuese de pena, una vez más. En resumen, que la vida sigue igual.