Mientras Alemania celebraba la gran reconciliación, en la fiesta que cerraba el 25.º aniversario de la caída del muro de Berlín, Cataluña hacía lo contrario, edificar un muro separatista en un escenario prefabricado por el odio, la manipulación, la animadversión y un resentimiento hasta ahora desconocido hacia España y los españoles, por todos los que han hecho de la farsa, el esperpento y el simulacro del 9N, una provocación constante.

Ciertamente, tampoco fueron tantos. Unos 6,3 millones de personas estaban llamadas a las urnas en la consulta ilegal de Cataluña, sin embargo dos de cada tres catalanes no votaron y Mas y sus secuaces inflaron el voto gracias a las familias magrebíes a las que grupos de voluntarios acompañaron a depositar su voto. La Policía, que de tonta no tiene un pelo, viene advirtiendo a Erc y a Cdc del riesgo yihadista por cebar el voto musulmán, al convertir Cataluña, precisamente por un puñado de votos, en una base excepcional para el desarrollo del yihadismo.

A Mas se la suda, con perdón por tan fea expresión. Llegado el caso, con echar mano del Ejército español, de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de España y de la Inteligencia española para dar al traste con los terroristas, sin que se le mueva un pelo de la cabeza, al cabo de la calle. Junto a los que ya sabemos, Junqueras, Homs y Mas, a los que hay que añadir todos los que se han dejado lavar el cerebro, también se dejaron ver el corrupto por antonomasia, Jordi Pujol y su corrupta esposa y el independentista a ultranza, Pep Guardiola, que cogió un avión desde Alemania para apoyar la secesión de Cataluña.

Todo eso y mucho más sucedía cuando el papa Francisco expresaba su deseo de que sean derribados todos los muros que aún dividen el mundo. Los muros físicos y los ideológicos y confesionales, santidad. Los que levantan con cemento hecho de mentiras y falsedades, gentes como los aludidos. Sostiene Francisco que "Donde hay un muro, hay cierre del corazón; hacen falta puentes, no muros". Que se lo digan a Mas y compañía. Que se lo digan a todos los catalanes que votaron por establecer una frontera. Por pagar con el desprecio más absoluto la admiración que buena parte de los españoles hemos sentido siempre hacia Cataluña y los catalanes.

Resulta incomprensible todo lo ocurrido. El empecinamiento de Mas no augura nada bueno para Cataluña a tenor de lo que la agencia de calificación crediticia Fitch vaticina en un informe alertando de que esta situación podría desencadenar salidas de depósitos en los bancos catalanes, amén de llevar a las empresas a reducir su inversión en la comunidad autónoma más privilegiada, como medida de protección, vaticinando que estos riesgos potenciales "aumentarán" si se celebran elecciones autonómicas a medio plazo. Y Mas, como el que oye llover, llevando a Cataluña hacia el desastre que incluso ve un ciego.