El espectacular resultado en las europeas de la formación política creada a partir de materiales ideológicos heterogéneos por ese muchacho locuaz, de nombre paulino y apellido eclesiástico que se disputan las televisiones, ha sido como un reactivo en el anquilosado panorama político español. Cumplido tan saludable papel, yo creo que desaparecerá y sus restos serán devorados por las mantis religiosas de los alrededores del espectro.

Uno de los efectos inmediatos de esta irrupción ha sido el alboroto de los pequeños partidos del centro, equidistantes del liberalismo y la socialdemocracia, interesados por lo general en pescar en todas las peceras con el riesgo de no ser ni carne ni pescado, y que se han visto afectados por la formación de Pablo Iglesias, sedicente antisistema pero desde el sistema.

Es el caso de Unión Progreso y Democracia, donde se ha desencadenado una gran polémica entre la presidenta y su representante estrella en Europa y colaborador de este diario, el profesor Francisco Sosa Wagner, quien propone ahora un pacto, fusión o alianza con Ciudadanos, de Albert Rivera, supongo que para evitar el naufragio. Pienso que UPyD correría el riesgo de ser fagocitada.

La diputada Rosa Díez, fundadora del invento, viene del socialismo vasco que siempre tuvo ribetes nacionalistas, desempeñó cargos en el partido y en UGT, fue eurodiputada y consejera del gobierno autonómico, además de inventora del eslogan "Ven y cuéntalo" que llevó al genial Mingote ante los tribunales. Rosa, que se había manifestado a favor del acercamiento de presos etarras, sufrió varios reveses dentro del socialismo y supo apearse en marcha ante los nuevos acontecimientos.

Conviene ser comprensivos con ciertos transformismos políticos, aunque diluir UPyD en el partido de Rivera supondría para su fundadora una claudicación. Ciudadanos no tiene mucho de izquierda y menos de nacionalismo. Pase que doña Rosa diga que su partido es de centro (?) pero aceptar esto sería renunciar a su pasado. Demasiado a los 62 años.