La estructura urbana de Zamora ha pasado, desde aquella situación umbral medieval, con prolegómenos posibles de castro celta, seguro de urbe romana y después goda, en una intrincada red de calles estrechas, en amplio escorzo del retorcimiento, al amparo del lienzo murado y las torres almenadas puertas, frente a los acantilados de los cauces del Duero y Valderaduey, hasta esta realidad diaria del tiralíneas uniformador que casi está terminando con las señas del medievo en su malla urbana antigua (en el casco histórico y los arrabales medievales).

En esa Zamora, imaginaria ciudad medieval, nació en el año 1171 otro zamorano más que de nombre Alfonso daría, con el paso de los años y amplias distancias de este nuestro lugar, puntos sobresalientes de referencia en amplios campos del saber humano, a saber: historia, derecho, política, sociología, antropología, cultura, etc.

Nació Alfonso en un momento en que Zamora era lugar cimero, logísticamente estratégico en Hispania, de la Corona Leonesa (o léase del Regnúm Imperiúm Hispánico Legionensis), precisamente de una Corona que, en aquellos momentos, estaba regida/dirigida/personalizada por un rey llamado Fernando II (hijo del emperador leonés Alfonso VII) y por una reina llamada Urraca (hija del rey, ¡primer rey!, de Portugal Afonso Henríquez, que era de la saga de la Casa Real leonesa; la primera infanta de la Casa Real portuguesa que enlazó por casamiento con la Casa Real leonesa).

Ese día del nacimiento de Alfonso, un zamorano (¡y leonés!) más, fue el 15-agosto-1171, y tal momento cronológico tampoco se ha tenido en cuenta este año, de hecho pasa a veces inadvertido, si no se señalase que tal niño al nacer, niño zamorano (por ende leonés, hispánico y europeo), lleva en sí concatenado la condición de infante leonés al ser sus padres Fernando II y Urraca, y con ello el de ser continuador de la Casa Real leonesa (esa misma Casa a la que hoy día pertenece Felipe VI).

Los haceres de Alfonso, a lo largo de los 69 años de su vida, son cada vez, y a cada momento, más y más ponderados/resaltados/enaltecidos y está ocurriendo, como con otras cosas y/o personas, que se ha cumplido el refrán (seguramente este si es de origen leonés) que indica: "de fuera vendrán que bueno te harán". De esta obra importante/trascendente/impactante de Alfonso están regadas las tierras actuales de las regiones constitucionales de: Extremadura, Reino Leonés, Galicia y Asturias, y sus ciudadanos, en tanto miembros de los constitucionales pueblos extremeño, leonés, gallego y asturiano de la España Nación, somos herederos.

Ya antes del inicio de la transición política intransitada que se lió a dar vueltas para no cambiar de sitio como apunta/señala/insta en "la gran desmemoria" de la ciudadana Urbano Casaña (D. Pilar) , reclamábamos atención para este zamorano regio sobre la espectacular importancia de su obra, incluso fuimos coincidentes con otros insospechados adversarios políticos (tal como el insigne ciudadano Sánchez Albornoz y Menduíña (D. Claudio) que me dedicó una carta pública (4-11-1980) en varios medios de comunicación, a la hora de glosar su descomunal importancia.

De un lugar de la provincia de Lugo se puede encontrar en la red, y que, en atención a Aldara y Paula, mantenemos en su versión, lo siguiente: "A finais do século XII, Alfonso IX funda Vilanova de Sarria, dálle o fuero polo que ía rexerse como vila real e contribúe á repoblación das súas terras, nas que morrerá en 1230, vítima dunha grave dolencia que lle sobreviene cando peregrinaba á tumba de Apóstolo a fin de dar grazas pola reconquista da cidade de Mérida". En ese lugar lucense de Vilanova de Sarria hacen memoria de Alfonso (ya Alfonso IX) y citan, para su mayor gloria, la conquista de la ciudad extremeña de Mérida. Queremos recordar, con ocasión de la efeméride 843 del nacimiento del rex imperator legionensi Alfonso IX, que con motivo de la conquista de tal ciudad otorgó, como premio/merito/reconocimiento de las milicias concejiles zamoranas en tal conquista, a la ciudad que le vio nacer el segundo cuartel de su escudo, o sea el puente romano de Mérida, que es el que ahora tenemos en el escudo de Zamora.

(*) Francisco Iglesias Carreño

Miembro del Instituto de Estudios

Zamoranos Florián D`Ocampo