Hace más de treinta y cuatro años que Jordi Pujol dejó la poca honorabilidad que supuestamente le adornaba en la frontera. En los Pirineos y más allá. Era vox pópuli dentro y fuera de Cataluña. En Catalonia no interesaba que se supiera la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad dura y vergonzosa que envuelve la trayectoria de esta familia. Trayectoria que se remonta a la época del abuelo, en pleno franquismo, cuando los Pujol hicieron las primeras "pelas" multiplicadas por mil desde que el fundador de Convergencia Democrática de Cataluña entrara en la vida pública.

La fortuna oculta del político catalán no se circunscribe al capital hallado en Andorra, hay más, mucho más, en distintos paraísos fiscales repartidos por todos los continentes. Y eso es lo que tiene que aparecer ahora, tras su confesión forzada, y por todo eso debe ser imputado y juzgado de inmediato. Imputación que debe hacerse extensiva, si no a todos, sí a unos cuantos de sus hijos. Aquellos que han demostrado las habilidades del abuelo y del padre para defraudar, para engañar, para tergiversar la verdad. Porque lo que durante tantos años han escondido a los ojos de la Hacienda pública, no es producto de la herencia dejada por el abuelo, herencia en todo caso maldita y también fraudulenta. Lo que los Pujol esconden es producto del latrocinio sistemático cometido contra los fondos públicos y me da igual que tengan vitola nacional o marchamo catalán. Los Pujol nos han engañado a todos o eso han tratado de hacer.

Quienes tienen que sentirse muy, pero que muy jo... robados son los catalanes. Los ciudadanos, a quienes los líderes nacionalistas han venido haciendo creer que se trataba de un linchamiento. Y también a sus afines políticos, muchos de los cuales alucinan en colorines, sin dar crédito a la confesión del patriarca y a todo lo demás que se va poniendo sobre la mesa. Todos estos que ahora se rasgan las vestiduras y se mesan los cabellos o las calvas, son los mismos que levantaban el índice acusador señalando a España como colmo de sus males. Porque "España nos roba". "España vive del pueblo catalán" "Si no fuera por Cataluña, pobre España". Mira por donde, la mentira tiene las patas cortas y en esta historia los únicos que roban son los políticos catalanes, no solo a España si no al resto de sus conciudadanos.

Ahora comprendo el interés de Mas, salpicado hasta en los calzoncillos por la mierda de Pujol, por contar cuanto antes con una Agencia Tributaria catalana. De haber colado, de haber conseguido su propósito, esta y otras indecencias que están a punto de aflorar se hubieran tapado convenientemente. Ellos a seguir robando y a seguir mintiendo y el resto de españoles a pasar por aves carroñeras. Los únicos carroñeros son los Pujol y otros apellidos que ahora no me atrevo a adelantar y cuyas cuentas en el extranjero está investigando la Udef.