Mi primer contacto, en profundidad, con la obra poética de León Felipe, lo fue a través de la lectura de un artículo del académico de la Real Academia Española don Manuel Alvar, titulado "El bosque León Felipe", publicado en el diario ABC, de un lejano día 7 de agosto de 1984, que conservo (pueden imaginarse el color del papel ).

La lectura de la obra de León Felipe nos pone claramente de manifiesto dos preocupaciones constantes del poeta: el hombre y Dios.

"El hombre y Dios en la poesía de León Felipe" fue el título del discurso de ingreso de la poeta Margarita Arroyo en la Academia Castellana Leonesa de la Poesía, contestado por el poeta José María Fernández Nieto.

León Felipe (Tábara -Zamora 1884-México,1960) fue un auténtico gigante humano, que tuvo una gran preocupación en su vida: la búsqueda de Dios por medio del hombre. Fue un poeta singular, como lo calificó Jorge Urrutia, y un "Místico y rebelde, así era León Felipe, poeta de la parábola" (artículo de Leopoldo de Luis).

Conviene recordar que León Felipe permaneció en la cárcel tres años y es allí donde va a surgir su crisis ideológica y a consumarse su desarraigo, su compañía durante esos años fue la obra de Cervantes y su Quijote, motivo por el cual al final de sus días escribió "De todas las banderas poéticas que he visto en mi vida, y creo que he visto todas, pasar por debajo de mi balcón, me he afiliado solamente a la de Don Quijote".

Es en la cárcel donde comienza a escribir poesía, pero no tiene mucho éxito, pues Juan Ramón Jiménez le devuelve los poemas que le había llevado sin un solo comentario.

Así las cosas tomó la decisión de llevar a cabo la unión entre poesía y biografía que nos expresa con una nitidez especial en su poema autorretrato "¡Qué lástima!". León Felipe nos refleja lo que ve desde su ventana en un pueblo de la Alcarria (Almonacid de la Sierra -Guadalajara), allí recoge lo humilde, lo pobre, en esencia, la cruda realidad de las gentes del pueblo, lo que el llama "cosas de poca importancia". Es verdaderamente importante ver el cambio de ese primer sentimiento de soledad y angustia de sus primeros tiempos, "¡Qué solo estoy Señor!" hacía la luz, la justicia, el amor, caminos para terminar con el egoísmo y la desigualdad. "El espíritu es justicia y la justicia es amor, generosidad, caridad". "La justicia es Dios".

León Felipe supo mantener una independencia que se aprecia en su Antología:

"Nadie fue ayer,/ ni va hoy,/ ni irá mañana/ hacia Dios/ por este mismo camino/ que yo voy./ Para cada hombre guarda / un rayo nuevo de luz el sol?/ Y un camino virgen/ Dios".

Su poesía es clara, como puede apreciarse en su poema:

"No quiero el verbo raro/ ni la palabra extraña;/ quiero que todas,/ todas mis palabras -fáciles siempre/ a los que aman-,/ vayan ungidas/ con mi alma".

Pedro Bécares de Lera

(Zamora)