Me ha abordado un grupito de críos, ellos y ellas, adolescentes franceses, en la Plaza Mayor. Cuestionario en mano, me han preguntado el nombre de la plaza, por la estatua de Ramón Álvarez, por el edificio civil de enfrente. El Ayuntamiento, les digo, y uno de ellos hace al punto la traducción: «l'hôtel de la ville». Me han preguntado también por el primer oficio de Ramón Álvarez. ¡Ah!, el vocablo «hojalatero» no figura en el archivo lingüístico de ellos, tampoco en el mío. Se han ido. En llegando a casa he consultado el diccionario para dar con el bendito vocablo en francés: «ferblantier».

Pues nuestro imaginero Ramón Álvarez, vecino él y hojalatero, feligrés en Balborraz, es el personaje central del último número de la revista «Barandales», publicación oficial de la Junta pro Semana Santa. Por ella van pasando, entre otros muchos, nuestro obispo D. Gregorio, que nos habla de la cultura de la imagen; de Cristo «imagen perfecta de Dios»; de los hombres y mujeres que sufren, actualización en imagen y reflejo del Dios que padece; de la imaginería religiosa, que nos traslada a los acontecimientos de fe que celebramos y los hace cultura. En la revista también el actual presidente de la Junta de Semana Santa, D. Antonio Martín Alén, que tras apuntar fechas tan significativas como el 25 aniversario de «Barandales», el 50 aniversario del Museo de Semana Santa y el 125 aniversario del fallecimiento de Ramón Álvarez, señala «la labor en el día a día de hermandades y cofradías para que cada año la Semana Santa permanezca fiel a su esencia».

Triduos, Quinarios y Novenas son ahora el prólogo de fechas que se avecinan. Ya en la Semana Santa todo se verterá al exterior. La tradicional salida a la calle, los desfiles procesionales, acapararán el esfuerzo y la atención. Prima ahora la intimidad, el acompañamiento religioso, familiar y doméstico, «in situ», a las imágenes de nuestra mayor devoción. Somos creyentes, sí, y vivimos la Semana Santa primero desde la fe; dejamos que se traslade después al corazón y que, finalmente, se manifieste en la calle. Hay quienes trastocan el orden: primero y después y siempre, la calle; si cabe y hay suerte, el corazón; la fe y la celebración para algunos pocos, los menos. Cultura, sentimiento y fe, esa es la gradación, ese el principal problema de las cofradías y cofrades, el de los jóvenes y de los adultos, el de las instituciones civiles y religiosas, el de los nativos y el de los visitantes. Qué más quisiéramos que, al igual que en el Evangelio de Lázaro de este domingo, «cuantos vengan a nuestra casa y vean lo que hacemos crean en él». Ese puede ser nuestro regalo y la esperanza de quienes nos visiten.