Lo de «incomprensible» se debe, indudablemente, a la deformación que se nos produce a lo largo de tantos años de experiencias contrarias a la situación actual. Cuando se experimentan a diario actitudes como la única que hemos visto ahora -la destitución fulminante del teniente coronel Tejero hijo-, no puede comprenderse que se haya agotado la gasolina del «motorista»; o cualquiera de los muchísimos medios de los que ahora disponemos. (Para que se vean las facilidades, nótese que el ministro responsable estaba en San Sebastián; y desde allí dio la orden de cese). Y la verdad es que motivos no faltan. En uno de los periódicos de tirada nacional que he leído hoy me he encontrado, casi en cada página, ejemplos de desobediencia palmaria, aunque haya querido hasta disimularse con alegaciones jurídicas, en algún caso.

He aquí algunos ejemplos: Un fiscal de la Audiencia se permite oponer sus opiniones en contra de las de sus legítimos superiores. El juez de la Audiencia, señor Pedraz, se niega a acatar la orden de «archivar» el caso Couso, cesación acorde con la normativa que niega la Jurisdicción Universal. Desobedece, aunque alegue el Convenio de Ginebra, sobre delitos de guerra contra civiles. Ni siquiera toma la postura precautoria de consultar al Ministerio Fiscal o al Tribunal Constitucional sobre la posibilidad de olvidar la Ley 1/2014 de trece de marzo, que contraviene a la Justicia Universal. Corta por lo sano y sigue con la instrucción del caso. Tal vez, envidioso del estrellato ostentado por un amigo suyo durante años, prefiera aspirar a esa notoriedad antes que observar lo preceptuado por la Ley y permanecer en la justa estima que posee. «El fiscal general ha sido desautorizado olímpicamente en el caso Faisán. La fiscalía del TS se opone a los recursos de las acusaciones». Así consta otro caso de rebeldía en la página 20 de ABC. ¡Y a todo esto no pasa nada! Como tampoco hay respuesta a la conducta observada en un mitin de la campaña electoral para las elecciones europeas por la subsecretaria del PSOE, doña Elena Valenciano. No creo que esa señora ignore las disposiciones que se conocen como «ley de Banderas». Y, en lugar de mostrar la bandera española en lugar preferente, como está mandado, en su mitin ostenta dos banderas; ninguna la española, que no aparece. Claro que su omisión no significa gran cosa, puesto que el mitin se celebra en Cataluña.

En esa entrañable porción de España, se da a diario la más significativa muestra de la rebelión, importante y continuada, contra la mismísima Constitución española. El señor Mas, presidente de la Comunitat de Cataluña, ha presentado su pretensión -ilegal a todas luces- de celebrar un referéndum, reducido al territorio catalán, en el que se solicitará el voto para la independencia de Cataluña. Se le ha advertido, repetidas veces y por distintas instancias, de la ilegalidad de su convocatoria, así como de la imposibilidad de realización de un SI a favor de la inviable y perjudicial independencia. Cualquier persona, no digo «sumisa», sino un poco razonable, daría marcha atrás y desistiría de llevar a cabo tal «consulta». Don Artur Mas no atiende a razones y señala la fecha del 9 de noviembre de 2014 para que las urnas reflejen la voluntad de los catalanes con relación a esa empobrecedora independencia. ¿Se llevará a cabo? Si así es, ¿se castigará ejemplarmente a quien o quienes promueven tal consulta? No se ve muy clara la intención del Gobierno de España ante tal situación, a pesar de las constantes negativas. Ahora ya se escucha una afirmación que supone la consulta ya celebrada. Se dice que, en caso de respuesta afirmativa en tal consulta, no se recibiría al señor Mas en España. No quiero ser malévolo; pero ya barrunto la frase que oiríamos si un señor Mas, presidente de una República Catalana, solicitara ser recibido en Moncloa: «¿Cómo va a negarse el presidente del Reino de España a recibir al presidente de un Estado extranjero?». Dicho en otras palabras: Su decisión de celebrar la consulta «ilegal? etc. etc.» tiene trazas de permanecer tan impune como tantas y tantas actitudes de rebeldía que se dan en este país, antes llamado España -porque lo era-.