Pues ya ven, toda la vida pensando que seguridad jurídica es uno de los pilares del Estado de Derecho y me doy cuenta ahora de que la seguridad jurídica es uno de los pilares de la corrupción. ¿Que me he vuelto loco? Puede ser, pero vale la pena analizar el tema más de cerca.

Sin seguridad jurídica no hay modo de hacer nada, ni de invertir, ni de estudiar, ni de trabajar, ni de mover un ladrillo o un montón de hierba. Si el Gobierno puede echarse atrás en cualquier momento y cambiar las reglas a mitad de la partida, entonces más vale hacer el petate y largarse del país cuanto antes. Porque es cierto: un lugar donde todo puede cambiar de un día para otro es un lugar condenado al fracaso.

Esto es lo que siempre he pensado, y lo que consideraba una verdad indiscutible. Pero esta mañana, en el bar, escuché la siguiente conversación:

-«Fulanita tuvo la suerte de que su padre fue alcalde año y medio. Y los hizo funcionarios a todos, a ella, al hermano y al marido».

¿Y saben lo que les digo? Que es cierto. Que la seguridad jurídica ha permitido que los corruptos hayan tomado al asalto nuestras instituciones y hayan tomado decisiones a largo plazo para que, aunque ellos se marchen, quede todo bien atado. Eso se ha hecho con la electricidad, eso con las contratas, eso con las plazas de funcionario en todas las administraciones locales y autonómicas, eso con los precios regulados del transporte, eso mismo con la distribución del gas, con las concesiones de las ITV, con las licencias de las gasolineras, con las licencias de los estancos, con las concesiones de las administraciones de loterías, con las indemnizaciones que los banqueros se pagan a sí mismos después de haber llevado a la ruina las cajas de ahorros. Eso es lo que se hecho con todo, que ya me canso de enumerar.

La seguridad jurídica ha servido en España, sobre todo, para que nadie venga a deshacer lo que conseguiste con un soborno o un favor. Para que nadie se meta a competir donde tú metiste la cuchara. Para que no vengan otros a poner el cazo donde tú untaste al jefecillo del momento. Para dar trabajo a los hijos, a los sobrinos y a las queridas. Para eso.

La seguridad jurídica, pilar indiscutible del Estado de Derecho, se ha convertido en España en pilar del mamoneo, la corrupción, y ese sangrante apartheid por el que los buenos puestos, los buenos sueldos y los buenos negocios están ya repartidos desde hace décadas entre las mismas familias.

Y el que no sea miembro de esa casta, que se joda o que emigre.

¿Les suena o me lo invento?