Las crecientes diferencias entre ricos y pobres del mundo son un reproche a la promesa de la Carta de las Naciones Unidas. Esas brechas son contrarias a los principios de las Naciones Unidas. Mientras que después de muchos años los objetivos de desarrollo han tenido éxito en el levantamiento de unos 500 millones de personas de la pobreza extrema, el progreso ha sido desigual entre los países. Muchos fueron viendo el aumento de las desigualdades sociales, económicas y de las grandes disparidades en el acceso a la salud y la educación.

En los países más desarrollados y en los que se encuentran en vías de desarrollo, la desigualdad ha aumentado en las últimas tres décadas, las diferencias entre ricos y pobres casi se han duplicando en los últimos 15 años. Solo 10% de la población mundial posee el 75% de la riqueza del mundo, en especial el 1% de la población ocupa el 32% de la riqueza mundial. Esta desigualdad lleva a un crecimiento pobre, una mayor susceptibilidad a las crisis financieras exacerbando los índices de criminalidad, reduciendo la cohesión, la movilidad social, y produciendo una mayor inestabilidad.

La desigualdad del ingreso y la riqueza es degradante. Los gobiernos deben presionar a las empresas para limitar las ganancias excesivas, mediante la limitación de las bonificaciones y salarios más altos. Mientras el pago corporativo y las recompensas sigan sin estar regulados y fuera de control los pocos seguirán ganando cantidades exorbitantes y acumularán una cantidad desproporcionada de la riqueza del mundo.

El sistema tributario debe ser progresivo y debe limitar en lugar de agravar la desigualdad. Warren Buffet, inversionista y empresario estadounidense, subrayó la injusticia de un sistema fiscal que le permite -con un ingreso de $ 46.000.000- a pagar solo el 17,7% en impuestos. Incluso cuando se les pide pagar impuestos, los extremadamente ricos pueden usar los paraísos fiscales y el secreto financiero para poner su dinero donde no pueda ser gravado.

El problema de las desigualdades es un problema mundial, mientras siga creciendo, aumentará la inestabilidad. Varios países han tratado de poner en marcha iniciativas para reducir la pobreza. Sin embargo, la desigualdad ha crecido, los ricos se hicieron más ricos. Es preocupante que la desigualdad afecte a las personas más vulnerables de la sociedad -mujeres, niños y personas con discapacidad-. El impacto de la desigualdad se manifiesta no solo en las relaciones entre países y regiones, sino también dentro de cada nación. En los países en que se han llevado a cabo políticas, tales como el acceso a los mercados mundiales, se había reducido la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, con el fin de tener un impacto real y duradero, es necesario invertir en la capacidad humana, en una distribución de recursos equitativa y en un cambio de visión en la población en el crecer en un mundo sin disparidades y con equidad.

La comunidad mundial debe reconocer la naturaleza multidimensional de la desigualdad, y hacer frente tanto a sus causas y sus síntomas, la agenda de desarrollo debe poner énfasis en el crecimiento económico inclusivo. Se necesitan las soluciones a la crisis económica que deben beneficiar a todos, un enfoque inclusivo para el desarrollo sostenible, un mayor esfuerzo para erradicar la pobreza extrema y más inversiones en la salud, la educación, la protección social y el trabajo digno. De hecho, la lucha contra la desigualdad y la erradicación de la pobreza debe estar en el centro de la normativa interna de todos los Estados y de cada programa de desarrollo sostenible. Vamos a trabajar para garantizar la igualdad de distribución de recursos y oportunidades para todos.

(*) Liga Española Pro Derechos Humanos y Federación Internacional de Derechos Humanos-España (fidh-España)