El eterno enfrentamiento existente en Zamora entre los defensores del lobo y aquellos que se sienten perjudicados por sus ataques se ha visto avivado en los últimos días. La coincidencia del respaldo dado por la Diputación en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) al grupo de empresas y asociaciones que promueven para el próximo mes de septiembre en Villardeciervos el primer festival mundial dedicado al cánido salvaje, con un ataque del depredador en Villaescusa que dejó más de ochenta ovejas muertas ha radicalizado las posiciones, situando la polémica en primera línea de debate ciudadano.

Sobre el tapete no solo están dos visiones de una misma realidad, la de los grupos ecologistas que abogan por la protección a ultranza del animal y la de los ganaderos y sus organizaciones profesionales que son partidarios del control del predador para intentar que no se extienda a comarcas donde todavía no es visible, sino el choque entre intereses económicos que están detrás de las dos posiciones. Hay quien presenta el debate como una partida de cartas en la que está en juego, por un lado, la supervivencia del turismo en zonas como la Sierra de la Culebra y, por otro, la pervivencia de la ganadería extensiva en la provincia.

Los pastores mantienen una guerra abierta con el depredador porque aseguran que los daños han aumentado y reclaman más batidas. En el nuevo Plan de Gestión y Conservación del Lobo de Castilla y León, que se pretende modificar (acaba de finalizar su exposición pública), con el fin de introducir cambios en las indemnizaciones y en el control cinegético de esta especie, Zamora aparece como la provincia con mayor número de expedientes y cabezas de ganado afectadas. Los datos hablan de 1.271 procesos abiertos, correspondientes a ataques comprobados por la Administración regional y más de 5.500 cabezas de ganado damnificadas (muertas o heridas) desde 2005 a 2012, la mayor parte reses ovinas.

El nuevo programa de gestión divide la comunidad en dos zonas, al norte y al sur del Duero, con el fin de establecer diferencias en el control poblacional de la especie y las compensaciones por daños a los ganaderos. Existe una diferente consideración jurídica del animal salvaje que establece que por encima del Duero las indemnizaciones se regirán por la normativa de caza y por debajo se deja al criterio de la Administración regional. En la zona 1 el lobo se podrá cazar por el sistema de cupos. La nueva normativa fija que no se podrá abatir más del 10% del censo lupino.

Ganaderos y lobos son enemigos acérrimos. Parece que la supervivencia de unos pase por el exterminio de los otros. Ni los defensores a ultranza del lobo deben pretender el crecimiento sin control de las manadas hasta acabar con el pastoreo extensivo, ni los criadores de ganado pueden exigir la erradicación del cánido. Las dos posiciones, por igual, cumplen una función equilibradora, imprescindible para el mantenimiento del ámbito rural que no podrá subsistir si quienes quieren quedarse en él no encuentran recursos dignos, equiparables a los que ofrece la vida urbana.

El reto está en lograr que la ganadería extensiva sea una actividad profesional rentable y valorada socialmente. Y, asimismo, hay que conseguir que el lobo sea aceptado por todos como un indicador de la calidad ambiental de Zamora, ejemplo de diversidad y un yacimiento turístico de gran importancia, que tiene un recorrido enorme en la provincia teniendo en cuenta que la Sierra de la Culebra se ha convertido en la reserva de Europa más poblada de esta especie.

La Junta tiene la obligación de conseguir la reconciliación de ganaderos y proteccionistas, buscando el necesario equilibrio. El nuevo plan de gestión y conservación debería ser el mecanismo que ayude a conseguir la paz entre las partes implicadas. La Administración no puede ser cicatera a la hora de abonar las indemnizaciones por daños causados por el cánido, no puede demorar el pago meses, hasta años, según denuncian las organizaciones agrarias. Tiene que tener en cuenta, cuando liquida los pagos, el lucro cesante de las explotaciones y también los daños colaterales, muy importantes en una explotación de cría de animales. Sería necesario un gran pacto social entre Administración y ganaderos.

El Centro Temático del Lobo de Robledo de Sanabria se presenta como una iniciativa turística interesante, aunque la inversión presupuestada para el periodo 2010-2015, que asciende a 8 millones de euros, parece excesiva en tiempos de crisis, sobre todo porque no está claro cómo va a gestionarse ni si se van a crear los 95 puestos de trabajo previstos. Contrasta la cantidad con la correspondiente a los pagos que la Junta ha realizado en concepto de indemnizaciones por daños a la ganadería extensiva regional entre 2005 y 2012, que se han quedado en 1,7 millones, de los cuales el 54% se corresponden con ataques ocurridos al sur del Duero y el 29% con expedientes tramitados en las reservas regionales de caza.

Las actividades pecuarias y turísticas son imprescindibles para Zamora. Lo son también, por supuesto, los ganaderos y los lobos. Hay que buscar, por tanto, el término medio entre los daños tolerables y la supervivencia de la especie, la filosofía de ceder una parte de los intereses particulares para conseguir un beneficio global para la provincia. La Junta debe actuar como árbitro y asegurar la ganadería extensiva, la supervivencia del lobo e incentivar el turismo de naturaleza, con la ayuda de otras instituciones como la Diputación Provincial. La virtud está en el equilibrio y ya es hora de intentar conseguirlo con ideas y determinación.