Los años de recuperación económica suelen ser aburridos y ojalá el 2014 lo fuera. Es lo mejor que podría pasarnos. Con la mejoría que insinúan las estadísticas del cierre del año -cambio de rumbo del empleo, menor caída de cotizantes en la Seguridad Social, prima de riesgo más baja desde 2011, más exportaciones y balanza comercial favorable, aunque persista el paro desbocado y la creciente precariedad del empleo- podría pensarse en un nuevo año de esfuerzo silencioso y tranquilidad política para concentrarnos en la mejora económica. Pero no será así: Cataluña y el ministro Ruiz Gallardón, entre otros factores de agitación, ya han anunciado su voluntad de amenizar el año. Y ademas, claro, la verbena del 22 de mayo con unas elecciones europeas en las que el bipartidismo instalado en treinta y seis años de democracia -el del PP y el PSOE, tanto monta, monta tanto- alcanzará su cota electoral más baja. Que no decaiga.

Artur Mas no ha esperado ni a los Reyes Magos para entregar sus presentes: el primero una carta a los máximos mandatarios de la Unión Europea pidiendo apoyo para que este año se celebre una consulta independentista en Cataluña. No ha tenido respuesta, por el momento, así que propone ahora reuniones bilaterales con esos países. Pero el análisis catalán es un error limitarlo a la observación de los movimientos del presidente de la Generalitat y algunos partidos de su orfeón. Atentos a la Assemblea Nacional Catalana, la que convocó la Vía Catalana en la pasada Diada: ahora ha organizado una votación sin más valor -que no es poco- que la exaltación emocional del referéndum, que difícilmente llegará, y una campaña masiva de firmas para forzar a los partidos a que proclamen unilateralmente la independencia de Cataluña en su Parlament este mismo año. A lo Kosovo y a ver qué pasa. Un conseller del Gobierno de Artur Mas, en privado, plantea ese escenario: «Supongamos que esa proclamación llega. Bien. Y al día siguiente ¿Qué pasa? ¿Con quién nos relacionamos? ¿Cómo se pagan los sueldos y las pensiones de fin de mes? Hay que dialogar para evitar ese escenario que a veces pienso que hay gente en Madrid que lo desea porque sería un desastre y generaría una frustración inmensa?».

Ya ven, aburrimiento en lo que a Cataluña se refiere, poco. Pero por si acaso, ahí llega el ministro Ruiz Gallardón, empeñado en generar una movilización social absolutamente amortizada a estas alturas. Podría haberse limitado a recortar algunos excesos de la época Zapatero -especialmente el punto en el que las chicas de 16 años pudieran abortar sin informar a sus padres- y dejarlo ahí. Pero no, tiró treinta años atrás, algo que el diario de referencia francés Le Monde ha resumido en su editorial de hace tres días así: «L' Espagne, la regression». En esa materia, España pasará a ser el país más atrasado de Europa. ¿Les conviene a Rajoy y al Partido Popular ese debate? No hay diputado, dirigente o militante, al que se le consulte -salvo algún hooligan- que diga que sí. Aunque pocos se hayan atrevido a expresarlo en público, el Partido Popular anda dividido sobre la cuestión y la mayoría teme que traiga problemas.

Con la agitación garantizada por Cataluña y Ruiz Gallardón, llega el calendario: el 22 de mayo de 2014, la primera meta volante hacia elecciones en las que se juega el poder real en municipios y comunidades -mayo de 2015- y en España, de seis a nueve meses después. Las encuestas son claras: sube Izquierda Unida, aunque el independentismo sobrevenido de Iniciativa per Catalunya pueda perjudicarle, sube Rosa Díez, irrumpe en España tímidamente todavía Albert Rivera de Ciutadans y sueñan con obtener un eurodiputado los ecologistas de siempre y especialmente los impulsores del movimiento del 15-M. En las europeas siempre hay alguna sorpresa: como aquella votación inesperada a Herri Batasuna en España que hizo eurodiputado a Txema Montero, o a Ruiz Mateos y su yerno que terminaron en el Parlamento de Estrasburgo. Como ven el 2014 no va a tener desperdicio.